Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.
Papeles del Psicólogo, 1997. Vol. (67).
José Ignacio Corraliza Rodriguez
Universidad Autónoma de Madrid
El interés y los dominios de la Psicología Ambiental se centran fundamentalmente en tres aspectos relativamente relacionados entre sí. Estos son el estudio del medio construido y sus implicaciones para el comportamiento humano, el desarrollo de modelos explicativos de los fenómenos de interacción del individuo y del espacio y el estudio de aspectos específicos (dimensiones moleculares) del ambiente sobre el comportamiento humano, tales como los trabajos sobre efectos del ruido, o de las variaciones climáticas o térmicas o la calidad del aire. Desarrollos teóricos, psicología y medio construido y factores ambientales son los tres grandes tópicos sobre los que se han estructurado las aportaciones convencionales etiquetable como Psicología Ambiental.
Esta visión clásica de los contenidos de la Psicología Ambiental se asienta sobre los más prestigiosos y tradicionales manuales de la disciplina; recuérdese, a título de ejemplo el texto de Canter y Stringer (1978) o el posterior de Holahan (1982). Este manual, traducido ya al castellano no incluye ninguna capítulo dedicado a los problemas ecológicos y/o del medio natural. Este texto quiere ser, en este sentido, una expresión que muestre patentemente el hecho de que en el ámbito de la Psicología Ambiental se han concentrado nuevas preocupaciones e intereses de investigación e intervención ligados a las preocupantes dimensiones que han adquirido los problemas medioambientales.
Esto ha ocurrido en el contexto internacional de la Psicología Ambiental, así como en la Psicología Ambiental realizada en España, aunque en uno u otro ámbito resultad difícil la incorporación académica de la "preocupación verde". De hecho, en la última revisión publicada en el Annual Review of Psychology de 1990, apenas se mencionan referencias que no puedan ser incluidas en los tres ejes clásicos de la Psicología Ambiental. Sin embargo, en los años 80 la gravedad y preocupación social por los problemas medioambientales, así como los límites de las soluciones tecnológicas a los mismos han permitido ver con claridad la pertinencia de una "psicología ambiental verde".
En 1987, Stern y Oskamp (p.1048) destacan lo limitado de las aportaciones de los psicólogos ambientales al estudio del problema de la gestión de los recursos naturales, y, de hecho, estos autores se ven obligados a hablar de una "aproximación psicológica" y no estrictamente psicoambiental. Las contribuciones del IV Congreso Nacional de Psicología Ambiental (Tenerife, 1994), así como un gran número de las conferencias y trabajos presentados en el área de Psicología Ambiental del 23 Congreso Internacional de Psicología Aplicada (Madrid, 1994) muestran la progresiva incorporación de psicólogos a la investigación y tratamiento de los problemas ambientales. La preocupación por el comportamiento en relación con los recursos naturales, la investigación psicológica sobre percepción de paisajes, los efectos de las alteraciones medioambientales sobre la salud humana son algunos de los temas claves que, en uno y otro evento científico, han estado presentes.
Uno de los objetivos de esta texto es, precisamente, destacar la importancia de los problemas relacionados con el medio ambiente y los recursos naturales en el trabajo futuro de los psicólogos ambientales. La incorporación de esta temática debe afectar al desarrollo de propuestas de investigación y formación académica del psicólogo, así como a la definición de su perfil profesional. Creo que esta propuesta debe ser destacada no tanto por su originalidad, cuanto por la necesidad de adecuar el perfil profesional del psicólogo que cada vez en mayor medida debe hacer frente a los problemas de la organización social. Pero, además, también hay razones que pertenecen a la microhistoria de la Psicología Ambiental en España que relaciona los trabajos sobre medio natural con el esfuerzo tenaz que, desde las I Jornadas de Psicología Ambiental (Madrid, 1986) se ha realizado (véase Amérigo, Aragonés y Corraliza, 1994) particularmente, con la celebración en 1988 del seminario sobre La conservación del Entorno, que supuso uno de las primeras contribuciones de los psicólogos al estudio de los problemas del medio natural (Castro, Aragonés y Corraliza, 1990). Este hecho se ha visto reforzado por la presencia de un representante del Colegio Oficial de Psicólogos en el comité científico del I Congreso Nacional de Medio Ambiente (1992), junto a profesiones y disciplinas que se ocupan tradicionalmente de estos problemas (biólogos, químicos, físicos, ingenieros, etc.).
La crisis ecológica y la Psicología Ambiental
Una de las expresiones más equívocas en los discursos sobre la crisis ecológica es la de "problemas ambientales". En realidad se trata de "problemas-de-la-humanidad", y, por ende, del comportamiento humano. Son los comportamientos de las personas los que provocan un incremento de la gravedad de un problema ambiental; y es sobre la vida de las personas sobre las que influye la alteración de un parámetro ambiental. Tal y como recogieran Cone y Hayes (1980), muchos problemas ambientales tienen soluciones conductuales, de la misma forma que muchos problemas conductuales tienen soluciones ambientales.
Si hay algo que unifica, más allá de las desdibujadas diferencias ideológicas en el momento presente, es la preocupación social, ampliamente extendida, por los problemas ambientales. En uno de los más recientes estudios (Corraliza, en preparación) se presentan resultados obtenidos en una muestra nacional, donde se destaca que el 69,2% de los encuestados considera que la protección del medio ambiente es un problema muy urgente, y estos resultados, según este informe, pueden extrapolarse a ámbitos geográficos más reducidos y también al ámbito comunitario.
Esta preocupación social ha justificado vastas operaciones de propaganda y la aparición de movimientos sociales ligados a las estrategias conservacionistas. El hito más importante (la Conferencia de Río) constituye un buen ejemplo de este hecho. Sin embargo, este tipo de iniciativas están atravesadas por algunas falacias y portentosos elementos de retórica de alcance indefinido. Tal es el caso del concepto clave de "desarrollo sostenible", que es retomado (del Informe Burtland) como lema en este conferencia, y sobre cuyo alcance y contenido existen más que divergencias.
Existe la ficción (y el propio concepto de desarrollo sostenible la ilustra) de que los graves problemas medioambientales son sólo una cuestión de solución tecnológica y económica. Margalef (1993) en un sugerente comentario sobre por qué le resulta difícil hablar de medio ambiente define la falacia social del medio ambiente de la siguiente manera: Ante cualquier problema medioambiental, los técnicos ya encontrarán una solución y los políticos ya se encargarán de aplicarla. Este argumento es un reflejo de la ausencia de profundidad del discurso conservacionista. Está formado por un conjunto de recetas técnicas de efectos no necesariamente probados y, en lo que se refiere al comportamiento humano, un catálogo de buenas intenciones. ¿Es esto suficiente? Stern y Oskamp (1987), en el trabajo antes mecionado, destacan la carencia de explicaciones y propuestas desde los conocimientos psicológicos y reclaman un mayor compromiso en la investigación sustantiva de los psicólogos ambientales.
Existen intentos de contribuciones. De Castro (1994), por ejemplo, ha mostrado el interés de la teoría de acción razonada para la explicación de la conducta humana en relación con el reciclaje del vidrio. Anteriormente, Yates y Aronson (1983) o Dennis y otros (1990) intentan aplicar esquemas basados en la teoría de la disonancia cognitiva al ahorro energético, y Staats y otros (e.p.) desarrollan un modelo inspirado en la teoría de los dilemas sociales para el estudio de conductas relacionadas con el efecto invernadero. Estos trabajos (y otros que pudieran citarse) muestran la pertinencia de conocimientos psicológicos y sociales para abordar problemáticas medioambientales que, hasta el momento, son objeto sólo de soluciones técnicas o costosas campañas de propaganda.
Pero la problemática medioambiental tiene lecturas que van más allá del sentimiento de nostalgia que refleja la degradación del Edén bíblico. En realidad, el medio ambiente es un amplio escenario donde aparecen tensiones sociales y en el que se desarrollan programas sociales. Pitt y Zube (1987, 1014) indican como las "políticas de gestión del medio natural reflejan una pluralidad de propósitos que, a su vez, reflejan valores normativos e implican a actores". Más recientemente, Dunlop (1993, 79) resalta el hecho de que el ambiente (natural) es, tal y como hoy lo conocemos, el resultado de ambiciones humanas, deseos, actuaciones y actitudes. Es en este punto en el que resulta pertinente la demanda de contribuciones de los psicólogos que se sitúen en el punto intermedio entre la imposición de las soluciones teconológicas y económicas y el voluntarismo de muchas de las propuestas políticas. Un buen ejemplo de la carencia de este eslabón intermedio lo constituyen las tensiones sociales que se producen cada vez que en países desarrollados se propone la declaración de un espacio como espacio protegido. Ni los razonamientos técnicos o ecológicos ni el voluntarismo político son suficientes para explicar las reacciones de la misma población que, en las encuestas, manifiestan la urgencia y prioridad de la protección del medio ambiente.
Para la Psicología Ambiental, de acuerdo con De Castro (e.p.) dos son los retos en relación con el medio natural: en primer lugar, avanzar en el conocimiento de la influencia del comportamiento humano sobre el medio natural, y, en segundo lugar, incorporar al contexto de la producción científica de la Psicología la información sobre la que se basa en la actualidad la gestión ambiental. Habría que añadir, además, el esfuerzo de los investigadores en Psicología Ambiental por superar la dispersión de conocimiento que produce la variedad de problemas ambientales objeto de estudio. Ello debe ser tenido en cuenta en los programas de Psicología Ambiental en los nuevos planes de estudio.
Una propuesta de agenda para el Psicólogo ambiental
De todo lo expuesto se deduce la importancia de que el psicólogo ambiental preste atención a aspectos vinculados a lo que se conoce como la "crisis ambiental". De hecho, a lo largo de los últimos años se ha prestado atención a estos problemas, aunque sus resultados y conclusiones estén dispersos y aparezcan fragmentados. Es difícil hacer frente a esta fragmentación, pero, tal y como señalan Stern y Oskamp (1987) es necesario fomentar estrategias de investigación acumulativa.
En este trabajo se propone un esquema (incompleto) a partir del cual pueda estructurarse investigaciones y estudios psicológicos sobre distintos aspectos de los problemas medioambientales. No son todos, sino aquellos que, en función de trabajos previos, resultan en opinión del que esto escribe problemas emergentes y abordables desde la experiencia de investigación psicológica. Esto queda reflejado en el cuadro de la figura 1.
Dicho cuadro se formula como una propuesta abierta y como una "manera de pensar", y no tanto como un esquema de contenidos cerrados. En el eje de ordenadas, se incluyen dos categorías que recogen las posibilidades de trabajo del psicólogo: conocimiento de procesos (imágenes y acciones) y diseño de programas (de intervención que inducen cambios y de evaluación que pretenden registrar efectos). En el eje de abscisas, se incluyen algunos de los problemas ambientales que merecen atención prioritaria. Entre estos, se han incluido los siguientes:
• Problemas relacionados con la ESTETICA AMBIENTAL y la calidad escénica de los lugares naturales (véase Kaplan y Kaplan, 1989).
• Problemas relacionados con la GESTION DE ESPACIOS NATURALES, que afectan tanto a la determinación de espacios protegidos, como al control de acceso , como, finalmente, a los recursos formativos e informativos de los espacios naturales (centros de interpretación, de apoyo, etc.). Una de las áreas estratégicas de mayor interés en la actualidad es, precisamente, la intervención del psicólogo en los trabajos previos para la elaboración de los Planes Rectores de Uso y Gestión (PRUG) de los espacios naturales protegidos y de los Planes de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN). El capítulo de medio humano requiere estudios de dichos espacios como escenarios y plantaformas de actividad humana.
• Problemas relacionados con la CALIDAD AMBIENTAL y los procesos de degradación medioambiental (contaminación, incendios, etc.) con especial referencia a las dimensiones psicológicas y social de la evaluación de impacto ambiental.
• Las CONDUCTAS PROAMBIENTALES (conducta ecológica responsable), con especial referencia al uso y modificación del consumo de recursos naturales, tales como el agua, la energía, etc.
• Aspectos relacionados con la EDUCACION AMBIENTAL, en el que se incluye la referencia a los programas y recursos que desde los años 70 se han puesto en marcha con el objeto de mejorar la información y aumentar la toma de conciencia de la población sobre los problemas ambientales. Este ámbito, con todas las ambigüedades que en la actualidad presenta, constituye un referente inexcusable para el trabajo del psicólogo ambiental sobre aspectos del debate ecológico.
En función del cruce de ambos ejes aparecen posibles temas de investigación que ocuparían la agenda del psicólogo ambiental. Tan importante es la consideración de los trabajos desde el eje de abscisa (alcance y tipo de trabajo del psicólogo) como desde el de ordenada (relevancia de los problemas ambientales). Los ítems incluidos en las distintas cuadrículas de cruce son ejemplos de posibles temas de trabajo del psicólogo, y pueden ser modificados en función de los intereses teóricos o de los programas que se demandan.
CONCLUSION
Desde las I Jornadas de Psicología Ambiental (1986) ha estado presente la preocupación por estos temas, con un punto significativo en el seminario sobre Conservación del Entorno que se celebró en Sevilla en 1988 (véase Castro, Aragonés y Corraliza, 1990). Por otra parte, la progresiva institucionalización de la gestión medioambiental en las Agencias de Medio Ambiente (o instituciones similares) ofrece la posibilidad de entrar en contacto con aspectos de la gestión.
Es necesario añadir que esta previsible demanda y posibilidad debe ir precedida de un esfuerzo por adecuar la formación académica y por la consolidación y puesta en marcha de programas de investigación (básica o aplicada) sobre estos aspectos. Los problemas ambientales ofrecen la posibilidad de influir sobre el curso de la sociedad en uno de los aspectos más incisivos; al mismo tiempo, ofrecen la posibilidad de incrementar el conocimiento sobre el comportamiento humano.
Referencias
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Material adicional / Suplementary material
Figura 1. Propuesta de Agenda de programas ambientales para el psicólogo ambiental.