Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.
Papeles del Psicólogo, 1999. Vol. (73).
Fernando García Sanz
Servicio de Infancia y Familia. Diputación Provincial de Sevilla
Este artículo estudia el informe psicológico en el marco del procedimiento de las adopciones internacionales.Comienza exponiendo algunos aspectos específicos del contexto actual desde los que considerar la intervención técnica, en los estudios de los solicitantes de adopción, como una labor especializada de la psicología en el campo de los servicios sociales. Para ello se parte de una revisión de ciertas consideraciones de los ámbitos legal, social y profesional; y se reseñan aquellos aspectos que, a juicio del autor, confieren a la intervención en este ámbito unas características específicas. A continuación se revisan y describen algunos de los principales criterios para la consideración de la idoneidad, piedra angular de las valoraciones. Por último, se hacen algunas consideraciones en torno al proceso y al contenido de la entrevista, para terminar analizando las características del informe y presentando una propuesta de contenido.
This article studies the psychological report in the mark of the procedure of the international adoptions. It begins exposing some specific aspects of the current context from those that to consider the technical intervention, in the studies of the adoption applicants, like a specialized work of the psychology in the field of the social services. For he/she leaves it of a revision of certain considerations of the legal, social environments and professional; and those aspects are pointed out that, in the author's opinion, they confer to the intervention in this environment some specific characteristics. Next they are revised and they describe some of the main approaches for the consideration of the suitability, angular stone of the valuations. Lastly, some considerations are made around the process and to the content of the interview, to finish analyzing the characteristics of the report and presenting a content proposal.
El Informe Psicológico es, tal vez, una de las herramientas más utilizadas dentro de la práctica psicológica cotidiana. Se trata de un instrumento de uso común a la hora de recopilar, organizar, almacenar y transmitir información en múltiples contextos en los que la intervención psicológica juega un papel relevante.
Tal diversidad de contextos (clínico, educativo, jurídico, de las organizaciones, de la intervención psicosocial, etc.) en los que aparece el informe como medio normalizado de transmitir información, da una idea de la multiplicidad de formas, objetivos y contenidos que pueden configurarlo. De esta forma, en muchos aspectos, el informe psicológico está en el camino de convertirse en una herramienta con exigencias de especialización. Si hace unos años destacaba la importancia de la unicidad, hoy predomina la conveniencia de su diferenciación, atendiendo incluso a temáticas particulares dentro de áreas más generales que ya están consolidadas como específicas de nuestra intervención.
Este es, sin duda, el caso del informe sobre la valoración de idoneidad en adopciones internacionales, que ha pasado a ser una modalidad determinada, dentro de los informes psicológicos que se realizan en el Área de la Intervención Social.
Al igual que el resto de informes que se emiten en Servicios Sociales, se trata de un documento que tiene por finalidad dar a conocer la situación de determinadas personas, así como aportar detalles respecto a sus circunstancias, comportamientos, características, etc. (Asuero, 1997), pero, además, debe concluir en una propuesta concreta de idoneidad o no-idoneidad respecto de la capacidad como padres de los solicitantes de adopción.
En este momento del proceso, es la emisión del informe la verdadera finalidad de la intervención psicológica en el procedimiento de las Adopciones Internacionales.
La organización que se ha dado, desde las administraciones públicas competentes, al proceso de adopción de niños y niñas extranjeros, ha dibujado un mapa en el que las funciones han quedado repartidas entre diversas manos: la recepción-información de las demandas en las Delegaciones Provinciales de Asuntos Sociales; la preparación de los futuros adoptantes en otros equipos colaboradores y/o las Entidades Colaboradoras en Adopción Internacional; la valoración de idoneidad y emisión de la propuesta pertinente, en los profesionales del ámbito privado que pertenecen a los Turnos de Intervención Profesional de los Colegios Oficiales de Psicólogos y Trabajadores Sociales; y, por último, el acompañamiento a los padres en todo el proceso jurídico-administrativo, y el seguimiento posterior a la adopción, en manos de las Entidades colaboradoras para la Adopción Internacional.
El psicólogo que realiza la valoración, finaliza su intervención una vez dada la propuesta a la Entidad Pública, que deberá tenerla en cuenta a la hora de acreditar la idoneidad de la familia solicitante.
El contexto de la Adopción Internacional
La adopción constituye, normalmente, una situación compleja. Esencialmente consiste en habilitar un proceso por el cual un niño (o niña) puede llegar a pertenecer a una familia que no es la suya biológica, y que, una vez concluido, lo convierte en hijo con plenitud de derechos, generando en los padres adoptivos las mismas obligaciones y responsabilidades que cualquier padre o madre tiene respecto de los hijos nacidos de ellos.
Se trata de un recurso, legal y social, por el que se puede responder a dos tipos de necesidades básicas: de un lado, las del menor que, por diversas razones, carece de una familia en la que crecer y desarrollarse; de otro, las de unos adultos que desean tener un hijo y, o bien no pueden tenerlo por ellos mismos o, aún pudiendo, eligen la adopción siguiendo diversos motivos.
En la adopción internacional, aún teniendo el mismo valor que la que se realiza en el propio país, está ampliamente admitida una mayor complejidad en todo el proceso. Cuando el menor a adoptar proviene de otro país distinto de aquél en el que residen sus futuros padres, y al cual deberá él adaptarse, cobran especial importancia aspectos tales como la diferencia de etnias y razas, las diferencias culturales y de costumbres, las distintas legislaciones, las diferencias lingüísticas, etc. En esta situación, se extreman las exigencias de adaptación mutua, especialmente del menor, pero también y de modo decisivo, de la familia que lo recibe.
El marco legal
La adopción internacional se rige por diversas normativas, propias de los distintos países entre los que existe convenio de adopción. Este convenio, hecho en la Haya el 29 de mayo de 1993, obliga a los Estados que lo han ratificado a cuidar una serie de aspectos por los que se da prioridad a las medidas dirigidas a la permanencia del niño en su familia de origen, pero convienen en que la adopción entre países distintos puede ser una salida válida para un importante número de menores que "no pueden encontrar una familia adecuada en su estado de origen". Toma en consideración los principios recogidos en el Convenio de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (1989), y se basa en un sistema de cooperación que, velando por el interés superior del niño, asegura el respeto a las garantías que se le reconocen en el derecho internacional.
Entre ellas, destaca que las adopciones consideradas por el Convenio, sólo pueden tener lugar cuando las autoridades competentes del Estado de origen han determinado respecto del niño:
a) Que es adoptable.
b) Que una adopción internacional responde al interés superior del niño, después de haber examinado las posibilidades de colocación del niño en su propio Estado, y cuando las Autoridades competentes del Estado de recepción:
a) Han constatado que los futuros padres adoptivos son adecuados y aptos para adoptar.
b) Se han asegurado que los futuros padres adoptivos han sido convenientemente asesorados.
Por lo que se refiere a nuestro país, la legislación en materia de adopción está basada en dos leyes: la Ley 21/1987 y la Ley Orgánica 1/1996 de Protección Jurídica del Menor (que posteriormente ha tenido réplicas en diversas Comunidades Autónomas). De entre sus principales características, novedosas respecto a normativas anteriores, sobresale que considera la adopción como un recurso centrado en el interés de los niños (Art. 176.1. CC La adopción se constituye por resolución judicial, que tendrá en cuenta siempre el interés del adoptando".) y en "la exigencia del requisito de idoneidad de los adoptantes, que habrá de ser apreciado por la entidad pública, si es ésta la que formula la propuesta, o por el Juez, en otro caso (preámbulo de la Ley Orgánica 1/1996).
Como vemos, y no cabría esperar otra cosa, la normativa es redundante en la defensa de los intereses de los niños y en la exigencia de la declaración de idoneidad, que desde el punto de vista normativo "no es otra cosa que una manifestación oficial de la confianza que unos candidatos a adoptar merecen desde el punto de vista de sus características como personas, como familia y como potenciales educadores de los niños o niñas que se les confíen".
El marco social
En cuanto figura social, la adopción es sensible a la evolución del momento histórico en que se sitúa. Al igual que ha ocurrido con la legislación, la evolución de la representación social de la infancia y de la familia, el cambio de las costumbres y de las ideas, ha producido una nueva conciencia social, en la que la adopción es vista con mayor normalidad. En muchos aspectos, las consideraciones que hoy nos hacemos, tanto del hecho adoptivo como de las personas que lo protagonizan, posibilitan la aparición de actitudes más abiertas e integradoras.
Gran parte de esta evolución se sitúa en el entorno familiar, en el que se van imponiendo paulatinamente cambios profundos en los estilos mayoritarios de relación con niños y niñas1 como resultado de esa nueva percepción social de la infancia (Casas, 1998).
Otros, forman parte de los comportamientos colectivos: el auge de los movimientos de solidaridad, la promoción sociolaboral de la mujer, el papel cada vez más activo del hombre en la vida diaria de la familia, y, sobre todo, la preocupación por el bienestar de la infancia, ayudan a que el contexto al que accederán los niños adoptados que vengan a nuestro país, haya variado sustancialmente respecto de otras épocas que aún pueden resultarnos recientes.
Por último, también se han producido algunos cambios en quienes quieren adoptar y en los niños adoptables. Entre los solicitantes, ha aumentado la edad con la que se acercan a la adopción, su deseo de adoptar no está necesariamente vinculado a la infertilidad, y no responden siempre al patrón de la familia convencional (Palacios, Sánchez y Sánchez, 1996). También los niños suelen tener una edad media superior que hace unos años, a la vez que ha aumentado la proporción de aquellos casos que han sido considerados "especiales" y que van a requerir de unos padres con nuevas actitudes y nuevas habilidades educativas.
El marco profesional
También en el ámbito profesional se ha ido consolidando una imagen distinta de la Adopción. En lo últimos años, se han realizado en nuestro país diversas investigaciones (Amorós, 1987; Palacios et al, 1997) que han aportado conclusiones importantes para el trabajo con las familias solicitantes y los niños adoptados. Fruto de estos estudios, pero también, de la experiencia en la intervención con un número importante de casos (debido a la cantidad de solicitudes que se han producido), la práctica del trabajo del psicólogo con adopciones va adquiriendo cada vez más experiencia.
En cuanto a la adopción internacional, una de las características más destacada es la extensión que va consiguiendo este trabajo. El modelo organizativo que están propiciando las administraciones competentes -ya comentado más arriba- está dando lugar a que, alrededor de las adopciones internacionales, se estén aglutinando un gran número de profesionales que, de seguro, significan un colectivo con capacidad de generar unas influencias importantes.
Hasta hace unos pocos años, el campo de la adopción ha estado referido en exclusiva a las intervenciones que se realizaban desde los Servicios Sociales Especializados. Las competencias y las actuaciones estaban concentradas en las Administraciones Autonómicas, y desarrolladas por los Servicios de Adopción de las Delegaciones Provinciales de Asuntos Sociales. Actualmente, y debido, como ya se ha señalado, tanto a la edición de normativas al respecto (Decreto de Entidades Colaboradoras) como a la firma de diversos convenios de colaboración con Colegios Profesionales y encargos a grupos concretos para trabajos de investigación y/o intervención con los solicitantes, la adopción internacional está profesionalmente mucho más abierta.
Este nuevo modelo de acercamiento a la adopción, fomentado desde políticas dirigidas a la privatización de servicios, cuya prestación le viene encomendada por ley a la Administración, exige de los psicólogos que no hayan desenvuelto su práctica en el campo de los servicios sociales, un esfuerzo de acercamiento a la intervención social como perfil profesional de referencia, y dentro de éste al paradigma de la normalización en el que importa sobre todo la evaluación de contextos, como el modo más adecuado de afrontar la evaluación de las variables contenidas en cualquier proceso social, como es el caso de la adopción2.
El concepto de idoneidad
La paternidad adoptiva en general, y la internacional en particular, lejos de ser una experiencia sin tensiones, conlleva hacer frente a una suma de retos que las familias deben estar en disposición de afrontar. A nuestro juicio, una parcela importante de esta disponibilidad (traducida en capacidades) debe formar parte del acervo con el que una familia se acerca a la adopción, y serán los elementos que nos permitan considerar la eventual idoneidad, si bien no es una responsabilidad exclusiva de ellos3.
Dada la diversidad de características que demuestran tener las personas y las familias con un buen nivel de funcionamiento4, determinar cuáles de ellas son las más significativas a la hora de llevar a buen término una adopción internacional, es un aspecto que ha preocupado -y preocupa- a los profesionales y las administraciones implicados en el proceso y que, desde luego, no resulta nada sencillo.
La contribución de la Psicología al estudio de los solicitantes de adopción tiene como finalidad conocer si cumplen criterios de idoneidad para hacer frente a las vicisitudes de la relación adoptiva. Es decir, habremos de responder a la pregunta, implícita en todos los casos, de si tal matrimonio, o tal individuo solo, garantiza, por sus circunstancias y características personales y familiares, una buena opción parental para niños que provienen de otro país, otras costumbres y otra lengua, ...(García Sanz, 1997).
Pero debemos preguntarnos más concretamente sobre qué cualidades, actitudes, motivaciones y capacidades debemos esperar de estas personas (como individuos y como miembros de una familia), a fin de que sean consideradas idóneas. Las investigaciones ya citadas, y algunos escritos sobre el particular (reseñados en la bibliografía), nos ayudan a identificar aquellos factores que pueden contribuir a la aparición de riesgos o que, por el contrario, pueden influir positivamente en la relación que se establece entre los padres y sus hijos adoptados. En nuestra opinión son buenos indicadores a la hora de informar sobre la idoneidad, y en buena medida, nos pueden ayudar a conceptualizarla. Señalamos algunos cuya presencia apoyará un buen pronóstico en el proceso de ajuste y la posterior convivencia:
En cuanto a las actitudes
- La disposición para comunicar al niño (o niña) su condición de adoptado.
- El respeto por la individualidad del niño (o niña).
- La consideración positiva de sus orígenes biológicos y culturales. Aceptación de sus antecedentes culturales y raciales.
- La sensibilidad ante los deseos, miedos y necesidades del niño (o niña).
- La implicación afectiva con él o ella.
- La voluntad de respetar el momento del niño (o niña) a la hora de abrirse a la nueva relación.
- Su conciencia como familia adoptiva.
- Primacía de la flexibilidad y la tolerancia como elementos de carácter.
En cuanto a las motivaciones para adoptar
- El deseo de ser padre o madre de un niño nacido de otras personas y con una parte importante de su historia ya vivida.
- El deseo compartido de adoptar, si se trata de una pareja.
- El deseo de compartir el amor con otro niño (o niña).
En cuanto a las aptitudes
- Capacidad para afrontar la revelación y las referencias a la historia previa por parte del niño o del entorno.
- Disponibilidad para facilitar el desarrollo de su identidad en consonancia con sus raíces.
- Capacidad para asumir una organización distinta de las condiciones de vida.
- Capacidad de aprendizaje de las nuevas tareas de crianza que conlleva la adopción (rol de padres adoptivos).
- Capacidad para la búsqueda de apoyo post-adopción.
- Capacidad para relativizar sus expectativas y ajustarlas a la realidad que conozcan.
En cuanto a la relación de pareja
- Pautas de convivencia consensuadas y responsabilidades compartidas.
- Sentimientos de pertenencia e intimidad presentes en ambos.
- Suficiente diferenciación de las respectivas familias de origen.
- Disponibilidad para interactuar con otro como tercero. Capacidad para pasar de una relación dual a otra triangular.
- Disponibilidad de apoyo social suficiente.
Teniendo todo esto en cuenta, hay que señalar que ninguna de estas características debe considerarse aisladamente (en lo positivo o en lo negativo). Como se ha comentado más arriba, importa sobre todo la lectura del contexto en el que se den las supuestas cualidades o defectos. Hay que recordar que las variables que influyen en la capacidad de crianza son múltiples y cambiantes, y que una relación a largo plazo, tal y como es la que propicia la adopción, deberá pasar por diversos avatares en los que importará, sobre todo, la capacidad de adaptación a los cambios.
La valoración psicológica en las adopciones internacionales
La valoración de las características y condiciones psicológicas de las personas que han pretendido adoptar ha sido una práctica frecuente, al menos desde la implantación de los Servicios Sociales tal y como los conocemos ahora y la publicación de la Ley 21/87.
Con esta Ley se intentaba agilizar todo el procedimiento administrativo y judicial a fin de que los niños, sujetos a protección y susceptibles de ser adoptados, pudieran ser puestos a disposición de las familias seleccionadas lo antes posible. Como ya hemos señalado, esta tarea se realizaba en el ámbito de los Servicios Sociales Especializados, que además se encargaban de la selección y preparación de los menores y la supervisión del posterior proceso de adaptación. Se trataba entonces de un trabajo circunscrito al ámbito en el que se desenvolvía la tarea cotidiana de estos profesionales, y que sólo generaba atención en colectivos especialmente afectados, bien por intereses personales, bien por dedicación profesional.
Con la llegada de la Adopción Internacional y el rápido incremento en el número de solicitudes (que ha acompañado al aumento de la sensibilidad y la demanda social por los temas referidos a la protección y promoción de la infancia), se ha realizado un gran esfuerzo dirigido a la organización de procedimientos y técnicas de valoración que permitan, por un lado, incorporar los conocimientos que estaban disponibles al proceso de evaluación actual, e incluir otros nuevos, fruto de las investigaciones más recientes; por otro, establecer una metodología común para todos aquellos profesionales que ahora se dedican al exámen de los solicitantes como consecuencia de los convenios de colaboración firmados con las Delegaciones del Colegio Oficial de Psicólogos.
El estudio psicológico de los solicitantes de adopción internacional se encuentra ahora más organizado que nunca, y debe ser congruente con una serie de criterios específicamente diseñados para facilitar su validez.
Desde el punto de vista técnico, una de las características que más ampliamente se acepta es la de que no consiste en hacer un diagnóstico clínico de los solicitantes, ni encontrar patologías ni buscar en las familias intenciones perversas ocultas, sino que es una valoración que, por un lado, pretende ayudar a los solicitantes a tomar conciencia sobre las características, dificultades y potencialidades de la adopción; y, por otro, pretende que los técnicos tengan un conocimiento preciso sobre el funcionamiento familiar, con vistas a hacer propuestas de adopción exitosas (Consejería de Asuntos Sociales. Junta de Andalucía, 1999)5.
Objetivos
De los objetivos que se proponga la valoración, van a depender los criterios que se sigan6, o más flexibles y atentos a la originalidad de las personas desde la postura más positiva o, por el contrario, más rígidos y dirigidos a constituirse en normas que servirán para medir a los candidatos (García Sanz, 1997).
Partiendo de lo expuesto, de la valoración psicológica se espera que sea útil:
a) Para determinar si una familia es, o no, idónea para la adopción, y en su caso para qué tipo de niño (la idoneidad no puede ser entendida genéricamente, sino con matices), teniendo en cuenta que las expectativas de partida de los solicitantes respecto a las características de éste van a ser uno de los elementos más influyentes en el éxito del proceso de adaptación post-adopción. En este punto importan también las expectativas de los profesionales. Tal y como señalan Fuertes y Amorós (1996) se corre el peligro de tomar como referencia un tipo de familia ideal y poner un nivel inalcanzable para la mayor parte de las familias o personas solicitantes.
b) Para ayudar a los solicitantes a ajustar sus expectativas a las posibilidades que estén más acordes con las capacidades y características que hayamos comprobado a lo largo de la valoración. En este sentido, hay que destacar que durante el proceso de evaluación, la relación será tanto más útil cuanto más permita una reflexión conjunta entre el profesional y los solicitantes (Amorós, 1987; Galli y Volpe, 1991; Fuertes y Amorós, 1996).
c) Para proporcionar información a los solicitantes sobre las dudas que tengan respecto del paso que van a dar, y determinar qué apoyos habría que ofrecer a estas personas para que puedan llevar a cabo, con garantías, la adopción.
Metodología de la evaluación
La intervención del psicólogo en el proceso de valoración se debe realizar principalmente, a través del uso de la entrevista. Algunos profesionales se inclinan por utilizar pruebas estandarizadas, pero la mayor parte de los instrumentos no están construidos específicamente para la evaluación de los candidatos a adoptar (Fuertes y Amorós, 1996) y, con frecuencia, presentan problemas de adecuación al proceso de las adopciones. En general, se los considera como instrumentos complementarios a la entrevista o como medio para confirmar y documentar aspectos muy sobresalientes en los casos que resulten no idóneos.
La entrevista, por su parte, permite una utilización muy variada. A lo largo del proceso de la evaluación deben realizarse, al menos, dos o tres entrevistas a los solicitantes (juntos o por separado), pero además pueden mantenerse otras con el resto de los miembros de la familia (imprescindible a los niños que convivan en el hogar, si los hay y tienen edad suficiente, así como a otros adultos que compartan el hogar).
Pero, por esa misma versatilidad, y porque va a ser nuestra principal herramienta, es necesario que revisemos algunos aspectos que pueden resultar de especial relevancia en nuestro contexto, y que pueden servirnos para situar un proceder congruente con la finalidad que se persigue.
Dado que los solicitantes pueden vivir el proceso de la evaluación con ansiedad, es necesario que procuremos un ambiente relajado. El establecimiento de un rapport adecuado puede ser un elemento primordial a la hora de obtener los mejores resultados. En el cuadro 1 se muestran algunas indicaciones formuladas desde la propuesta de Cormier y Cormier (1991) a propósito de los elementos que pueden resultar interesantes para este fin.
Se trata de utilizar estrategias que hagan posible la comunicación en un clima de confianza mutua, que, en lo básico, dependerá de la actitud del profesional ante las manifestaciones verbales y no verbales de los solicitantes.
La entrevista puede estructurarse en mayor o menor medida. A nuestro modo de ver, es importante seguir un hilo conductor a lo largo de todo el proceso de evaluación (que, como norma general, se extenderá hasta dos o tres encuentros con la familia), y que además nos podrá servir de esquema para el informe. Parece lógico que ese hilo siga el orden de lo más general a lo más particular, y de lo más superficial a lo más profundo. Existen publicadas indicaciones sobre la entrevista de valoración (La valoración de solicitantes de adopción. Criterios técnicos y manual de entrevista, Junta de Andalucía, 1999; y Manual para la tramitación de adopciones Comunidad Autónoma de Castilla y León.) que pueden resultar de utilidad a la hora de estructurar un guión en el que no queden aspectos por tratar.
Lo importante aquí, es que evitemos convertir la entrevista en un interrogatorio más o menos amable, en el que la información fluya en un solo sentido.
Otro de los elementos importantes en la metodología de la intervención se deriva de que se trata de una valoración a realizar desde dos profesiones. Es un trabajo que nace obligado a la coordinación, ya que la propuesta final debe ser conjunta entre el psicólogo y el trabajador social, pero que además tiene una clara vocación de interdisciplinariedad, porque pretende llegar a constituirse en un abordaje compartido también en el proceso.
El contenido de la valoración, gira en torno al estudio de las variables más relacionadas con la idoneidad sobre las que se han realizado diversos intentos de sistematización (British Agencie For Adoption and Fostering, 1991; Junta de Castilla y León, 1990; Junta de Andalucía, 1999, Fuertes y Amorós, 1996). Con mayor o menor detalle, todos ellos consideran relevante contar con unas áreas dirigidas a indagar:
1. Información individualizada de cada solicitante: características físicas; trayectoria educativa; composición, estructura y dinámica de la familia de origen y su papel y vivencias en ella; historia laboral; intereses y filosofía de vida; autopercepción y percepción del otro; estado de salud previo y actual; madurez personal.
2. Información de la vida en pareja: historia de la relación; ajuste; vivencias sobre la infertilidad; crisis y formas de afrontarlas; nivel de comunicación entre ellos; distribución de competencias y responsabilidades; condiciones económicas y del hogar; estilo de vida familiar
3. Actitudes ante la adopción y conocimientos sobre el papel de adoptantes: toma de decisión sobre la adopción; revelación; aceptación de antecedentes personales, culturales y raciales; expectativas.
4. Apoyo social y estrés: relaciones con la familia extensa y su postura ante la adopción; relaciones con amigos; participación en grupos formales e informales.
5. Capacidades educativas: análisis sobre la educación recibida; experiencia en educación de niños; principios educativos; habilidades en la resolución de problemas educativos; ideas evolutivo-educativas.
Otro aspecto importante de la metodología se sitúa en el debate sobre si la pareja (cuando sea el caso) debe ser entrevistada conjuntamente o por separado. Por lo que hemos conocido, cada profesional puede poner el énfasis en cualquiera de los dos supuestos, sin que sea excluyentes el uno del otro. En nuestra opinión, es más conveniente el trabajo conjunto en la mayoría de casos, aunque excepcionalmente, la entrevista por separado, pueda servirnos para confirmar algunas impresiones que hayamos tenido en cuanto a disensiones muy llamativas en la motivación, o en la valoración del hecho adoptivo.
El informe
El informe de valoración es la conclusión de todo el proceso de estudio que hemos desarrollado con la familia. Está concebido como el instrumento a través del cual describir las características del proceso, de la metodología seguida y de las personas (o persona) decididas a adoptar.
Como cualquier otro tipo de documento que emitamos sobre un cliente, está sujeto a las normas previstas en el Código Deontológico.
Pero, además, desde el punto de vista formal pensamos que debería responder a las siguientes características:
- Claridad: el informe deberá estar, en lo posible, aligerado de terminología complicada. Se trata de un documento que va a ser leído por personas que no pertenecen al ámbito de la psicología, y que en ocasiones tendrá que ser traducido (en función del país elegido), por lo que utilizar un lenguaje claro y conciso es, más que conveniente, necesario.
- Organización: complementa la claridad y contribuye a ella de modo decisivo. El desarrollo del informe debe seguir una pauta lineal, sin saltos en las áreas que se describen, o en los momentos de la historia de las personas. En este sentido, puede ser conveniente recordar que un estudio organizado facilita un informe también organizado. Esto nos permite asegurar que no quedan aspectos relevantes sin tratar.
- Concreción: del informe que nos ocupa, importa que contenga la información relativa a la adopción, por ello debemos descartar la exposición de otros detalles que no sean relevantes para ella. Los informes muy voluminosos dificultan la apreciación de los verdaderos aspectos importantes de la familia, y en ocasiones suponen un mayor coste económico (por ej. en el caso de las traducciones).
- Descripción: en lugar de interpretación. Por el uso que va a hacerse de él, un informe descriptivo de las situaciones que hemos podido observar durante la valoración, puede ser de mayor utilidad en el resto del procedimiento. En ocasiones podremos citar textualmente palabras de los entrevistados, o descripciones del contexto, que ayuden a apoyar nuestras conclusiones.
- Objetividad: es muy importante que evitemos los juicios de valor sobre las personas, y que basemos nuestras opiniones en observaciones contrastables y en hechos que hayan sido descritos convenientemente.
- Congruencia: entre texto y propuesta. En no pocas ocasiones encontramos un informe, aparentemente positivo, sobre unos solicitantes que después concluye en una propuesta de no-idoneidad o a la inversa. Cuando comenzamos la elaboración del informe debemos tener una opinión precisa, en vista del conocimiento que hemos adquirido de una familia, sobre su idoneidad. El informe, en definitiva, no debe ser más que la descripción argumentada y razonada de los elementos que nos han permitido tal conclusión.
Por último, y a modo de ejemplo, transcribimos un modelo de informe propuesto desde diversas administraciones7 que se encargan de tramitar el expediente. Está dividido en una serie de epígrafes y subapartados con el fin de facilitar su elaboración.
Tras identificar a los solicitantes (nombre, dirección, lugar de trabajo, etc.) y el expediente al que pertenece, se propone el siguiente contenido:
1. PERFILES Y ANTECEDENTES PERSONALES:
1.1. Historia, funcionamiento y composición familiar, genograma; 1.2. Trayectoria educativo-formativa; 1.3. Trayectoria laboral; 1.4. Eventos vitales más importantes; 1.5. Autopresentación y percepción por parte del otro; 1.6. Historia de salud: salud física, discapacidades, cobertura sanitaria.
2. ANTECEDENTES, ESTRUCTURA Y FUNCIONAMIENTO FAMILIAR:
2.1. Historia conjunta de la relación; 2.2. Ajuste de la pareja 2.3. Otros niños/niñas en el hogar; 2.4. Otros adultos en el hogar; 2.5. Economía familiar; 2.6. Condiciones del domicilio.
3. APOYO SOCIAL Y ESTRÉS:
3.1. Historia de crisis y apoyo social; 3.2. Pertenencia a grupos formales; 3.3. Relaciones sociales informales; 3.4. Relaciones con la familia extensa; 3.5. Tiempo libre; 3.6. Distribución general del tiempo; 3.7. Percepción del apoyo social disponible.
4. CAPACIDADES EDUCATIVAS:
4.1. Experiencia educativa; 4.2. Principios educativos; 4.3. Habilidades para enfrentarse a dificultades educativas.
5. TOMA DE DECISIÓN Y EXPECTATIVAS SOBRE LA ADOPCIÓN:
5.1. Fertilidad; 5.2. Toma de decisiones; 5.3. Motivaciones; 5.4. Opinión del entorno; 5.5. Experiencias previas; 5.6. Demanda específica; 5.7. Cómo afectará al funcionamiento familiar.
6.ACTITUDES ANTE LA ADOPCIÓN Y COMPRENSIÓN DE SU PAPEL DE ADOPTANTES:
6.1. Revelación; 6.2. Reacciones del niño ante las pérdidas; 6.3. Aceptación de los antecedentes familiares; 6.4. Aceptación de los antecedentes personales; 6.5. Aceptación de los antecedentes culturales, religiosos, étnicos.
Finalizada la redacción del informe psicológico8, se habrá de emitir una propuesta sobre la idoneidad de los solicitantes y sobre las características del menor para el que se considera que son más aptos. En esta propuesta, consensuada con el trabajador social que también ha estudiado a la familia, debemos incluir recomendaciones sobre el tipo de apoyo que la familia puede necesitar (sobre todo con vistas a minimizar los frecuentes factores de riesgo) durante el proceso de adaptación, y que debería implementarse una vez que se ha producido la llegada del pequeño, cuando la familia comienza esta nueva etapa de su ciclo vital9.
Este aspecto puede ser de especial importancia de cara a impulsar el valor de responsabilidad compartida, entre los papeles que deben jugar la familia y el sistema social (representado por las administraciones competentes), de tal modo que, después de constituida, la consideración que prevalezca sobre la adopción no la reduzca al ámbito privado de las familias, y sí, por el contrario, fomente la disposición de recursos profesionales de apoyo.
1 El Consejo de Europa, en 1994, señalaba el cambio operado en la familia actual en el sentido de ir abandonando modelos de relación autoritarios para acceder a modelos más negociadores y participativos.
2 Como señala Casas (1998) Las situaciones sociales implican muchas variables que se deben considerar; la complejidad comporta la práctica imposibilidad de controlar todas las variables intervinientes. Hemos de ser conscientes de que cuando evaluamos casos sociales sólo nos aproximamos al conocimiento de la situación específica, entre márgenes de posible error nada despreciables.
3 Algunas administraciones, como la Junta de Andalucía, a través de la Dirección General. de Atención al Niño, conscientes de la importancia de la preparación que debe alcanzar estas familias vienen ocupándose de establecer unos procedimientos de formación para los solicitantes de adopción, con tres características fundamentales: a) que pueda dotar a los solicitantes de una serie de recursos que les permitan hacer frente a sus nuevas realidades y responsabilidades; b) que sea una formación específica para el tipo de adopción de que se trate; y c) que sea una formación diseñada para la educación de adultos y para producir cambios duraderos y profundos en ellos.
4 Esta variedad de características no es exclusiva de las familias no adoptivas por ser mayoritarias. Como señala Palacios (1998), también el grupo de las adoptivas van diversificándose paulatinamente a medida que aparecen colectivos de niños con nuevas necesidades y aumenta el número de las llamadas adopciones "especiales".
5 Fuertes y Amorós (1996), entre otros, advierten sobre la escasa utilidad que tiene para el éxito de la adopción la tendencia a diagnosticar a la familia, partiendo de un modelo psicopatológico y adoptando una perspectiva de evaluación para el tratamiento.
6 Como dicen Hayez y Boiteux (1988), el objetivo de la selección puede crear sus propios criterios.
7 En concreto este modelo está propuesto por la Dirección General de Atención Al Niño de la Junta de Andalucía, pero es similar a otros de otras administraciones.
8 Con este u otro esquema, siempre que cuidemos de que el contenido sea completo y permita, a los responsables de conceder la idoneidad y, sobre todo, a los responsables de seleccionar al niño, un conocimiento suficiente de las características de la familia, sus modelos de relación y sus eventos vitales.
9 Para conocer más a fondo las necesidades encontradas en las familias que ya han logrado adoptar, ver Palacios, Sánchez y Sánchez (1997).
Bibliografía
Amorós Martí, P. (1987). La adopción y el acogimiento familiar. Narcea: Madrid.
Amorós Martín, P. y Sans, L. (1985) El acogimiento familiar, un recurso social con diversas modalidades. Menores, 6. 32-47.
Asuero Martín, M.T. (1997) La importancia del informe en familias con menores en riesgo. Revista de Servicios Sociales (Redes), 2. 47-70. Diputación Provincial de Huelva.
Casas, F. (1998). Infancia: Perspectivas psicosociales. Barcelona: Paidós.
Comunidad Autónoma de Castilla y León. Manual para la tramitación de adopciones. Dirección Gral. de Servicios Sociales y Consumo. Documento policopiado
Consejería de Asuntos Sociales. Junta de Andalucía (1997). Manual de procedimiento sobre tramitación en adopciones internacionales. Documento policopiado.
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Material adicional / Suplementary material
Cuadro 1. Componentes y propósitos de las condiciones relacionales facilitativas ( adaptado de Cormier y Cormier, 1994).