Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.
Papeles del Psicólogo, 2000. Vol. (75).
Ester Barberá Heredia
La sensibilidad de la Psicología hacia las ‘cuestiones de género’ y hacia las asimetrías en las relaciones de género presenta una cierta tradición histórica. Buena prueba de ello es la organización de congresos específicamente relacionados con estos temas, la aparición de algunas revistas especializadas, la publicación de números monográficos o la constitución desde 1973 de una división especial -la número 35- en la APA (American Psychological Association). La Psicología española tampoco ha sido ajena a dicha sensibilidad. El libro blanco sobre los estudios de género en las universidades españolas1 registra, en el apartado correspondiente a la disciplina psicológica, una alta productividad científica, así como la existencia de diversos grupos de investigación y estudio.
No obstante, las drásticas transformaciones, acontecidas durante las últimas décadas, en ‘la condición social de las mujeres’2 de los países desarrollados, con las consiguientes repercusiones en los diversos ámbitos de la vida pública y privada, mantienen la actualidad y el creciente interés por los temas de género.
Aproximarse, de forma sistemática, al estudio psicológico de género no resulta, en absoluto, una tarea fácil. Es obvio señalar que los humanos nos clasificamos en mujeres (hembras) o varones (machos), en la medida en que pertenecemos a una especie con reproducción sexuada. Pero, lo que ya no parece tan evidente es explicar las múltiples consecuencias psíquicas, comportamentales y sociales derivadas del hecho, aparentemente fortuito, de nacer varón o mujer. Desde muy temprano, el ser niña o niño condiciona el desarrollo de modos diferenciados, a menudo discriminatorios, de jugar, de vestir, o de hablar. La dimensión género afecta, de raíz, cualquier actividad psíquica, interviniendo en las expectativas sociales de chicas y chicos, en la forma en que unas y otros manifestan sus emociones y deseos, expresan sus razonamientos o afianzan sus respectivos sistemas de valores.
En la medida en que la Psicología se ocupa del comportamiento humano, va a intentar dar respuesta a una serie de interrogantes relativos al significado psíquico y social de la dimensión género y a cómo las creencias estereotipadas de género condicionan la vida de las mujeres y los varones. La noción de género es dinámica y se elabora culturalmente como resultado de las definiciones sociales de lo que, en un determinado momento, significa ser mujer o varón. Por ejemplo, nacer mujer en China se considera una desgracia o, al menos, un mal menor. Nacer mujer en la España de hoy en día poco tiene que ver con la valoración social negativa atribuida hace menos de medio siglo.
El interés de la Psicología por los temas de género no queda circunscrito al ámbito académico. En la práctica profesional, cualquier psicólogo precisa conocer el funcionamiento de la dimensión género, y las múltiples interacciones que establece con otras variables demográficas, factores sociales y componentes situacionales específicos. Aunque existe una enorme variabilidad interindividual, de manera que una persona puede desarrollar la masculinidad, la feminidad o la androginia, en mayor o menor grado, casi todos solemos mostrarnos en público más acordes con las prescripciones sociales específicas de cada género. Por regla general, ante la mirada ajena, las mujeres nos hacemos más femeninas y los varones se muestran más masculinos. En privado, sin embargo, las barreras sociales se relajan, aunque nunca desaparecen. Es importante que el psicólogo, sea cual fuere la especialidad en la que trabaje, conozca las posibilidades de intervención y los límites, tanto técnicos como de ética profesional, existentes en este campo.
1 Ballarín, P., Gallego, T. y Martínez, I. (1995). Los estudios de las mujeres en las universidades españolas: 1975-1991. Madrid: Instituto de la Mujer.
2 Expresión utilizada por Gilles Lipovetsky en el libro titulado ‘La tercera mujer’. Edit: Anagrama, Barcelona,1999.