Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.
Papeles del Psicólogo, 1992. Vol. (53).
SERAFÍN CARBALLO GARCIA.
Responsable del Servicio Psicoterapéutico de Infancia y Familia del Consell Insular de Mallorca.
Hemos sido testigos estos últimos años en nuestro país de un ingente despliegue de esfuerzos e iniciativas encaminados a la consecución del reconocimiento legal de la especialidad de Psicología Clínica por los Ministerios de Sanidad y Educación.
En pro de esta meta la Academia, el mundo profesional y el Colegio Oficial de Psicólogos han desarrollado una importante labor de convergencia y consenso que han permitido la configuración de un modelo de formación post-graduada polivalente en Psicología Clínica cuyo eje se sitúa entorno al sistema PIR, que considera la red o el circuito asistencias acreditado como ámbito esencial de la formación clínica aplicada. La Universidad ha de desempeñar un papel clave, tanto en la participación en el marco técnico que debe sustentar dicho sistema, como en el desarrollo de las iniciativas que la LRU a través del tercer cielo permite.
Existe un grupo significativo de comunidades autónomas en las que se está experimentando el sistema PIR, mostrándose como un sistema adecuado a las características propias que la organización de servicios sanitarios tiene en nuestro país y que tiene su expresión en cuanto a la voluntad y el compromiso de estas administraciones en el «Documento Marco de Formación Post-graduada en Psicología Clínica a través del sistema PIR», suscrito por el Colegio Oficial de Psicólogos y seis comunidades autónomas.
Por otra parte, distintas autoridades de los Ministerios de Sanidad y Educación habían manifestado públicamente, de un modo reiterado, su disponibilidad de resolución de la regulación de la especialidad en Psicología Clínica, la inclusión de ésta en la Ley de especialidades médicas y sanitarias de licenciados no médicos como especialidad no troncal y por último, la adopción de un programa de formación post-graduada de especialistas en Psicología Clínica en las estructuras sanitarias del propio Ministerio de Sanidad.
Así, a petición del Consejo Internacional del Ministerio de Sanidad, y dentro de la Subdirección de Planificación y Formación se constituyó el 29 de junio de 1990 la subcomisión PIR. Un hecho de extraordinaria importancia había sucedido con anterioridad, en diciembre del 89, la Comisión de la Especialidad de Psiquiatría solicitó al Consejo de Especialidades del Ministerio de Sanidad y de Educación y Ciencia, la creación y regulación de la Especialidad en Psicología Clínica, como lo que quedaba bastante despejado el camino hacia este objetivo.
La Subcomisión Ministerial de la que formé parte llegó a un rápido acuerdo en relación a lo que debía ser su contenido y temporalidad, se asumió plenamente el «documento Marco», así mismo habría de definir el perfil del psicólogo clínico en el sistema sanitario que fundamentara su necesidad y en un tiempo breve preparar una propuesta de Decreto-Ley para una convocatoria única nacional de plazas de psicólogos internos residentes, con un programa único y la constitución de la Comisión de la Especialidad, la cual tendría que abordar entre otras, la regulación de la especialidad, el establecimiento de sistemas de acreditación docente, la homologación y reconocimiento de títulos existentes, etc.
El objetivo temporal era que para el mes de junio del presente año pudiera hacerse una segunda convocatoria en el BOE (la primera ya se hizo en 1977). La Subcomisión no fue convocada a una segunda reunión a la espera, según criterio de esta Subdirección, de que pudieran ultimarse los trabajos en Física Médica y Química, las otras licenciaturas que el Ministerio de Sanidad tenía previsto regular y cuya intención era, a través de un único Decreto-Ley, hacer una convocatoria múltiple para estas tres especialidades.
El anuncio a finales del año 90 de una remodelación de gobierno y el cambio de titular en el Ministerio de Sanidad- a principios del presente año 91 trajo aparejado el detenimiento de estos planes, no habiéndose producido, hasta estos momentos, ningún pronunciamiento público sobre las intenciones o plan del nuevo equipo ministerial en relación a este tema. Otro jarro de agua fría sobre nuestro colectivo. Uno está ya tristemente acostumbrado a este funcionamiento kafquiano de la máquina administrativa.
Resulta extremadamente grave, que a las puertas de la entrada en vigor del sistema de libre circulación de trabajadores en la Comunidad europea, no se haya resuelto este tema, lo que sitúa en inferioridad de condiciones a los psicólogos clínicos españoles en relación a sus colegas europeos, en la medida en que en la mayoría de los países europeos la especialidad en Psicología Clínica está ya regulada legalmente.
Hasta aquí he referido sucintamente al contexto institucional administrativo de la especialidad de Psicología Clínica. La pregunta que se nos plantea es: ¿qué es la Psicología Clínica en 1992? Hemos visto en esta última década como el concepto de Psicología Clínica se va progresivamente complejificando y se convierte en materia de controversia dentro de nuestro medio, prueba de lo anterior serían dos hechos: El primero se refiere al paso en el desarrollo de la LRU del Departamento Universitario a las áreas de conocimiento, así el área de conocimientos de Psicología Clínica en las distintas universidades españolas adoptan diferentes denominaciones: Personalidad, evaluación, tratamiento psicológico, Psicología Clínica, Psicoterapia, aunque si bien todas las denominaciones se refieren a conceptos o elementos constitutivos de la Psicología Clínica. La heterogeneidad manifiesta también la pluralidad y los distintos posicionamientos en relación a este tema, en el mundo universitario al menos.
El otro hecho lo constituye el considerable avance y la pujanza que en la pasada década ha tenido la Psicología de la salud en el campo de las técnicas y tratamientos, de un largo listado de problemas de salud, aunque carezca esta disciplina, todavía, de teorías y métodos específicos.
Este hecho ha traído aparejado la polémica en el mundo académico y profesional de si el área de Psicología de la Salud queda en lo teórico y en lo organizativo, en el nivel y ámbito de intervención fuera o dentro del campo de la Psicología Clínica.
Me parece pertinente traer aquí a este punto de la controversia las palabras de F. M. Mac Pherson, presidente de la EFPPA (Federación Europea de Asociaciones de Psicólogos):
«El tema que se nos plantea ha de tener presente en cada Estado la especialidad y las diferencias en las dimensiones y estructuras de la profesión, en la naturaleza de los sistemas sanitarios dentro de los que opera el psicólogo clínico y en el marco jurídico-administrativo y en el modelo de desarrollo sanitario». Queda claro entonces que dado lo anterior, el psicólogo en nuestro país se sitúa en un nivel especializado de segundo o tercer orden o integrado en el equipo interdisciplinar de Salud Mental.
No voy a entrar aquí en la polémica existente en nuestro medio de si el concepto de Psicología de la Salud parece más adecuado que el de clínico para referirse a las acciones de los psicólogos en el sistema sanitario o si el concepto de clínico es tributivo del modelo clínico en medicina y que los psicólogos hemos de hacer más hincapié en los diferencial con campos profesionales limítrofes que lo que puede ser confluyente indudablemente podemos incurrir en un deslizamiento de contextos y pasar de lo teórico a lo aplicado, de organizacional a lo experimental sin saber en cada momento a qué nivel específico del problema nos referimos. Qué duda cabe que el modelo sanitario español cuyo pilar básico está constituido por la Atención Primaria de Salud, representa un ámbito privilegiado para la intervención del psicólogo en estrecha colaboración y coordinación con los equipos de salud.
En lo que si parece haber un general acuerdo es que el perfil del psicólogo especializado en el sistema sanitario (clínico y/o de la salud) vienen definido por las características de su cualificación y esta es la de ser experto en metodología e investigación clínica, en psicodiagnóstico y/o evaluación psicológica en el diseño de estrategias técnicas terapéuticas psicológicas que le facultan para intervenir en diferentes contextos «clínicos» (individuo, familia-grupo, institución, comunidad) susceptibles de presentar problemas de adaptación, cuya expresión y la modalidad de intervención sobre los mismos, tiene una especificación propia para cada uno de los niveles. Tales problemas de adaptación se cristalizan en trastornos, disfuncionales o alteraciones que se manifiestan en el nivel psíquico, relacional, o somático. La intervención presidida en todo momento por una epistemología o concepción integral y multidimensional del ser humano podría efectuarse en cada uno o todas las fases del proceso salud-enfermedad, prevención, promoción de la salud, evaluación y/o diagnóstico, tratamiento, rehabilitación de sus trastornos.
Todas las definiciones de Psicología Clínica y muchas de las de Psicología de la Salud incluyen la mayor parte de elementos conceptuales referidos antes. Particularmente me parece interesante la definición que se da en el «Documento elaborado por el colegio de Psicólogos: La formación como especialista en Psicología Clínica y el sistema Pir», debido a que se está convirtiendo en nuestro país en un punto de referencia para el diseño y desarrollo de los programas autonómicos de formación en Psicología Clínica. Según éste se considera la «Psicología Clínica como una especialidad de la Psicología que se ocupa de la conducta humana y los fenómenos psicológicos y relacionases de la vertiente salud-enfermedad del campo de la salud mental en los diversos aspectos de estudio, explicación, promoción, prevención, evaluación, tratamientos psicológico y rehabilitación, entendiendo la salud en su aceptación integral y cubriendo los distintos niveles de estudio e intervención: Individual, de pareja, familiar, grupal, comunitaria y esto en relación al nivel especializado de los servicios de Salud Mental».
La razón de ser de una especialidad, la Psicología Clínica, queda clara sólo con asomarse a los últimos documentos de la Organización Mundial de la Salud y que no hace mucho el doctor Sampaio Faria, director de la División de Salud Mental de la OMS, subrayaba en España. La creciente conciencia del ciudadano de las sociedades desarrolladas por los problemas de salud, la cuantificación de los costos económicos y sociales de hábitos y conductas nocivas para ésta, los problemas y necesidades que el desarrollo de la Reforma Sanitaria está planteando en la formación de los profesionales sanitarios, el incremento de los recursos técnicos e instrumentos diagnósticos de los profesionales de la Atención Primaria, tanto en el campo de los trastornos emocionales y mentales, como en el de los factores psicológicos ligados a los problemas de salud. El fracaso de los tratamientos médicos en muchas enfermedades crónicas, la reorganización del sistema de cuidados en Salud Mental, etc., todo esto y una larga relación de factores añadidos hace que la identidad del psicólogo especialista en el Sistema Sanitario esté fuera de toda duda y haya de adaptarse a un nuevo conjunto de demandas y su repertorio de instrumentos tenga necesariamente que ampliarse.
Ahora bien, éste que debe dar respuesta a todas estas demandas y necesidades que la sociedad y el sistema sanitario plantea al psicólogo, requiere más que nunca de la colaboración entre a investigación científica en Psicología Clínico y la Psicología Aplicada, entre la academia y el mundo profesional. Pero lo que no se nos puede pedir es un mayor compromiso con la Reforma Sanitaria, porque este colectivo ha contraído con ella un alto grado de compromiso hace tiempo, a cambio sentimos no haber sido tratados con justicia y esto pienso no debe seguir así. No hay razones para seguir postergando el reconocimiento de la Psicología como profesión sanitaria (la Xunta de Galicia y los tribunales vascos ya lo han hecho), ni tampoco la promulgación del sistema Pir, en las estructuras sanitarias del Ministerio de Sanidad y la homologación de derecho de los psicólogos con los restantes especialistas de la salud.