Papeles del Psicólogo, 1989. Vol. (39-40).

ADOLFO HERNÁNDEZ GORDILLO

Decano. Junta de Gobierno

Los dos últimos años han conocido un resurgimiento del interés por la orientación desde diferentes administraciones y entidades.

Por una parte, el Ministerio de Educación y Ciencia ha planteado su modelo de orientación en el Libro Blanco sobre la Reforma del Sistema Educativo, al tiempo que ha ido adoptando diversas decisiones para la puesta en marcha de departamentos y servicios de orientación tanto en los Centros de EGB como en los de enseñanzas medias.

Por otra, en el contexto de la Reforma del Instituto Nacional de Empleo se ha diseñado un plan de calificación y orientación profesional, cuya puesta en marcha permitirá relanzar los Servicios de Orientación Profesional en el INEM, que llevaban una vida languideciente en el último período.

Finalmente, se constituyó un grupo de trabajo sobre Información y Orientación Profesional, cuyas recomendaciones y resúmenes de aportaciones publicamos en este número.

Nos parece sumamente interesante este último punto porque en el grupo de trabajo participaron, además de representantes del MEC y del INEM, representantes de los agentes sociales: patronal (CEOE) y sindicatos (UGT, CCOO y ELA/STV).

El Colegio Oficial de Psicólogos se congratula de esta tendencia renovadora e impulsora de la orientación, tanto en el área educativa como en el área de empleo, ya que no cabe duda que con las tasas de fracaso escolar y abandono de los estudios y con las elevadas tasas de desempleo, con más de dos millones y medio de parados registrados, de los que la mayor parte o son parados de larga duración o jóvenes en busca del primer empleo, hay un gran campo de actuación para los Servicios de Orientación Escolar Profesional.

Sin embargo, estamos sumamente preocupados por la manera con que el MEC ha regulado el sistema de acceso a las plazas.

Desde nuestro punto de vista, la posición del MEC se fundamenta en un sofisma: dado que la actividad docente conlleva una función tutorial y una dimensión orientadora, con liberar total o parcialmente a un profesor de horas de clase y dedicar ese tiempo a funciones de orientación queda resuelto el problema de la orientación escolar en los centros. Por supuesto, si ese profesor, ya sea de EGB, agregado o catedrático de instituto o profesor numerario de Formación Profesional, además tiene título de psicólogo o pedagogo, pues tanto mejor, un mérito para ellos.

Bien, nosotros opinamos que la lógica es otra. Estamos de acuerdo en que el docente, que es quien interactúa cotidianamente con los alumnos, puede cumplir una función orientadora no especializada, digamos de primer escalón; pero que la auténtica labor orientadora es una actividad técnica que requiere un perfil profesional especializado, el de psicólogo, ya que implica actuaciones tanto en el interior como en el exterior de los centros escolares.

Lo anterior no implica por nuestra parte una visión reduccionista ni de la psicología ni de la orientación, es decir, no toda psicología aplicada al mundo educativo, es orientación (psicología de la instrucción, reeducación, clínica infantil, etc.), a la inversa la orientación tiene dimensiones no estrictamente psicológicas.

Pero afirmamos que el núcleo de la actividad orientadora es esencialmente psicológico, y que por ello la titulación en psicología debería ser la prioritaria para el acceso a los puestos de orientador.

Sentado lo anterior, ¿parece lógico que un psicólogo que quiera ejercer como orientador en el sistema educativo público deba preparar y aprobar las oposiciones bien de profesor de EGB, bien de agregado en Filosofía o Historia, por el ejemplo, bien de profesor del área humanística de FP? Evidente y rotundamente no. Estamos de acuerdo en que la actividad docente pueda ser considerada un mérito. Pero rechazamos categóricamente que el ser funcionario docente, en EGB o FP, EEMM sea el requisito imprescindible para el acceso al puesto de orientador. Por ello hemos planteado una importante batalla jurídica al MEC, recurriendo todas las órdenes ministeriales, cuyo detalle aparece en páginas interiores de este número.

Por otra parte, los psicólogos no debemos conformarnos con reclamar que podemos ser excelentes orientadores. Debemos demostrar con nuestra práctica cotidiana que tenemos las competencias y conocimientos necesarios para desempeñar una eficaz actividad orientadora, tanto en el contexto del sistema educativo como del sistema de empleo.

En este sentido nos parece significativo el reciente premio concedido por el Consejo de Universidades a Francisco Rivas, catedrático de Psicología en Valencia, por sus investigaciones relativas a la elección de carrera por los alumnos de COU.

El Colegio Oficial de Psicólogos también ha convocado ayudas a experiencias en orientación, porque estamos convencidos que es un campo profesional prometedor, dada la gran demanda social existente.