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PAPELES DEL PSICÓLOGO
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Papeles del Psicólogo, 1987. Vol. (31).




DIFERENCIAS SEXUALES EN LA PERCEPCION DE PERSONAS Y PERSONALIDAD Y SUS EFECTOS EN EL NOVIAZGO Y EL MATRIMONIO

BERNARD I. MURSTEIN

Original remitido por el autor, traducción castellana de Isabel María Martínez Higueras.

Aunque hay una amplia literatura relativa a las diferencias sexuales y sobre el efecto de las características de personalidad en el ajuste matrimonial, y otro tanto sobre las relaciones entre puntuaciones de percepción de personas con la adaptación matrimonial, sin embargo no hay muchos intentos sistemáticos que comparan ambos sexos con estas variables. Por tanto no podemos afirmar que las mujeres sean más exactas percibidoras del hombre que la viceversa y qué implicaciones puedan tener tales exactitudes perceptivas en el noviazgo y en el matrimonio.

Este artículo es un intento de revisión de una serie de estudios que han comparado ambos sexos en cuanto a la exactitud perceptiva y otras puntuaciones de percepción de personas, e intenta determinar cuál es la relación de estas puntuaciones con la compatibilidad de la pareja. Compararé también la posesión de ciertas características de personalidad de los miembros de la pareja para conocer sus efectos en la adaptación de cada uno de ellos. Por último, intentaré deducir de esta revisión qué implicaciones se pueden sacar en relación a la situación actual del hombre y la mujer en el matrimonio.

Estudios generales de exactitud

Hewitt 1958) pidió a hombres y mujeres que señalaran los rasgos, relacionados en una lista, que fueran importantes en una cita con la elección de pareja. Se les dio instrucciones también para que señalaran cómo relacionarían esos rasgos las personas del sexo opuesto. El análisis de sus resultados en cuanto a la cita, le llevó a concluir que "en cada caso, las percepciones de la mujer de las preferencias del hombre parecen menos exactas que los juicios del hombre sobre lo que la mujer busca en la cita con su pareja" (p. 347). Lo mismo sucede con relación a la pareja matrimonial.

Otros estudios mostraban a las mujeres superiores en la predicción de las respuestas de su pareja en el Inventario de Intereses de Kuder (Budd, 1959) y en el Test de Valores de Gordon, pero no así en el Estudio de Valores (Stromnes, 1966). Como se muestra en la tabla 1, Sorenson (1973) obtiene una enorme diferencia en la exactitud de percepciones a las reacciones de la primera experiencia sexual.

El estudio consistió en que unos adolescentes debían señalar sus reacciones en esta experiencia y sus percepciones de las reacciones de su pareja. Se recogió el porcentaje de respuestas propias y de predicción para cada ítem. La diferencia media entre la predicción de las chicas de las respuestas de los chicos y sus respuestas verdaderas fue del 5,64 por ciento. La diferencia media entre las predicciones de los chicos de las respuestas de las chicas y sus respuestas verdaderas fue del 22,64 por ciento. De los 11 ítems, las chicas fueron más exactas en los 11 (p. < .001).

Murstein y Pryer en su primera investigación (1959) etiquetaron otra medida en percepción como proyección ingenua. Esta medida puede ser definida operacionalmente como la diferencia entre las predicciones de A sobre B y las propias respuestas de A. Aunque tales predicciones son difíciles de precisar casualmente, una posible y razonable interpretación, en mi opinión, es que reflejan las creencias de A que las experiencias de B para un determinado ítem serán las mismas que las de A.

En el estudio de Sorenson es posible calcular un índice de proyección ingenua a partir de las respuestas (a menor porcentaje de desviación mayor proyección ingenua). Para los chicos la diferencia entre las propias respuestas y las atribuidas fue del 3,73 por ciento de media, mientras que para las chicas fue del 23,64 por ciento. Esta diferencia en la proyección ingenua fue altamente significativa (p. < .001). Parece que los chicos pensaban, a menudo bastante erróneamente, que las reacciones de las chicas eran muy similares a las suyas las chicas, con más exactitud, no pensaban que las reacciones de los chico! fueran iguales a las suyas. Aplazará la interpretación de estos resultados hasta más adelante.

Murstein (1961, 1966) estudió la posesión de hostilidad en uno mismo di hombres y mujeres universitarios, y la exactitud de la percepción de la misma entre los compañeros de residencia universitaria del mismo sexo. Se prepararon 4 grupos (hostil-perspicaz; hostil-no perspicaz; amistoso-perspicaz; amistoso-no perspicaz). En los 4 grupos la mujeres fueron más exactas en las percepciones propias y de los otros que lo fueron los hombres.

A pesar de estas claras y firmes diferencias en la exactitud de predicciones un número considerable de otros estudios no han encontrado diferencias entre sexos en este respecto (Noteuti & Silva, 1951; Dymond, 1954; Kirkpatrik & Hobart, 1954; Hobart, 1956; Corsini,1956; Newmark, Woody & Ziff, 1977. En conjunto estos resultados apoyan la conclusión de que las mujeres son más exactas en sus percepciones interpersonales que los hombres, o no ha diferencias entre sexos, dependiendo tal vez de la cantidad de interacciones, la pruebas utilizadas, y los métodos d medida.

Otra investigación ha dejado de lado este único interés de qué sexo percibe al otro más exactamente, y se ha centrado en cambio en la investigación de la correlaciones de puntuaciones de percepción de personas. Los estudios correlacionales corrientes se han centrad tanto en el desarrollo del noviazgo como en la adaptación matrimonial. Los investigadores también han estudiado la características de personalidad de la parejas con la intención de determinar las características de personalidad del hombre o de la mujer están asociada más fuertemente con su propia adaptación matrimonial o la de su consorte Examinaremos primero algunos descubrimientos para el noviazgo y después los del matrimonio.

Noviazgo

Murstein (1976) observó diferencia sexuales en el efecto de tres clases de variables en el desarrollo del noviazgo exactitud de predicción, neuroticismo, confirmación del self de la pareja autoconcepto ideal. La capacidad de la mujeres de predecir el self y los auto conceptos ideales de sus compañero estaba significativamente correlaciona da con una buena evolución del noviazgo seis meses más tarde. La capacidad de los hombres para predecir el auto concepto de sus parejas no estaba relacionada con la evolución del noviazgo pero sí lo estaba la predicción del self ideal.

La tendencia de las mujeres a confió mar el self y el auto-concepto ideal del hombre (viéndole de la misma manera que él percibió su self y su auto-concepto ideal) estaba relacionada significativamente con la evolución del noviazgo de la pareja en 3 de cada 4 comparaciones, mientras que la tendencia de los hombres a confirmar el self y auto-concepto ideal de las mujeres mostraba sólo uno de cada cuatro valores significativos. Murstein encontró también que el neuroticismo en el hombre, pero no en la mujer, estaba asociado significativamente con la evolución del noviazgo pero en dirección negativa.

Murstein interpretó sus resultados como que reflejaban una diferencia en la influencia que ejercen ambos sexos sobre el noviazgo. Los hombres, disfrutando de un mayor status y poder en la sociedad, podían llevar la armonía al noviazgo. Por eso, las mujeres tenían que intentar compensar a los hombres para compartir su estatus en el matrimonio. Una forma de conseguirlo era prestándole más atención a ellos que lo contrario. Así que aquellas mujeres que querían casarse podían estar más altamente motivadas para conocer y confirmar las opiniones que de ellos mismos tenían sus novios. El mayor impacto de la neurosis del hombre en la evolución del noviazgo también es consecuente con su mayor influencia en el noviazgo en general. Aunque la mujer puede vetar el progreso del noviazgo, generalmente, a no ser que el hombre tome un papel activo en el mismo (no tanto si se trata de algo neurótico) es poco probable que éste llegue al matrimonio.

Matrimonio Exactitud

Hay una gran cantidad de estudios que muestran que la exactitud de la mujer en predecir las respuestas de su marido a una amplia variedad de cuestionarios y tests de personalidad, está más altamente asociada con la adaptación matrimonial de la pareja que con su eficacia predictiva (Corsini, 1956; Stuckert, 1963; Taylor, 1967; Murstein & Beek, 1972). Murstein y Beek (1972) informan que de 12 puntuaciones de percepción de personas derivado del Inventario Bipolar de Adjetivos de Norman (Norman bipolar adjective checklist), cuando el hombre era la finalidad de las predicciones, 11 estaban correlacionadas significativamente con la adaptación matrimonial. Cuando era la mujer el objeto de las percepciones, ninguna de las 12 puntuaciones estaba correlacionada significativamente con esta adaptación.

Sólo he descubierto una investigación informando que los maridos eran más exactos en predecir las respuestas de su cónyuge que sus esposas (Goodmam & Ofshe, 1968). Los autores emplearon un test de 12 palabras de las que 6 tenían que ver con situaciones familiares y pidieron a los encuestados responder con un "diferencial semántica" a cada ítem. El informe es bastante impreciso en lo referente a cómo fue exactamente construido el test.

En todo caso, hubo tres grupos que fueron estudiados: desconocidos, prometidos y jóvenes parejas casadas. Los desconocidos, no sorprendentemente, fueron los peores predictores de las respuestas de sus compañeros. Tanto los prometidos como las prometidas fueron más exactos en predecir las respuestas de sus parejas que los desconocidos, no existiendo diferencias sexuales. Sin embargo, cuando llegó el grupo de los casados en vez de haber una mayor exactitud como se podía predecir, no hubo diferencias entre los hombres prometidos y casados. Más extrañamente, las casadas eran significativamente inferiores en exactitud que los casados.

Los autores, al parecer desconocedores de la bibliografía sobre exactitud, no advirtieron que estos hallazgos estaban en fuerte contraste con las primeras investigaciones sobre el tema. Suponen, con la ayuda de la intuición, que los resultados verdaderamente hubieran sido bastante pronosticabas. Adoptan una explicación instrumental - expresiva de los roles adultos (Parsons & Bales, 1956), dando al hombre el rol instrumental y a la mujer el expresivo. Sin embargo, durante el noviazgo, explican, el hombre no tiene una función instrumental específica que cumplir con relación a la mujer. Además, las tradiciones le permiten ser sensible, cariñoso y expresivo con su prometida. De este modo, hombre y mujer hacen lo mismo y, según los autores, siguen el consejo de John Dewey de "aprende haciendo". Por consiguiente, son igualmente buenos prediciendo las respuestas del otra. En el matrimonio, no obstante, los autores afirman que el marido debe adoptar su rol instrumental -para ganarse la vida- y esto le lleva más fuera de casa. Como experimenta cambios hacia un estilo de vida más instrumental, su mujer pierde contacto con su nuevo rol, y se altera su exactitud predictiva. Su mujer, por otra parte, no ha cambiado su rol expresivo (sentimiento emocional) por otro nuevo. Así pues, sus predicciones serían al menos tan exactas como antes. En resumen, un marido "manteniéndose firme" y una esposa retrocediendo en exactitud iguala la mayor exactitud predictiva del hombre. Los autores explican esto de forma diferente.

De este modo, tenemos lo que parece ser otra evidencia científica para justificar la afirmación de muchos hombres de que sus mujeres no les entienden. El estudio sistemático de este fenómeno estaría incluido en la investigación aplicada, si bien algunos pueden denominarlo "básico" (Goodman & Ofshe, p. 603).

Los autores dan a entender que una esposa estereotipado es más fácil de predecir que un marido cambiante. Ignoran las investigaciones anteriores que contradicen sus resultados, entre ellas el decisivo estudio de Corsini (1956) que llegó a conclusiones totalmente opuestas en relación al estereotipo.

Corsini (1956) utilizó la clasificación Q para la descripción de la personalidad; con la misma tenía 50 ítems de personalidad distribuidos en 10 columnas de 5 ítems cada una, yendo de "Más como la Persona", que recibiría una puntuación de 10, a "Menos como la Persona", que recibiría una puntuación de 1.

Como casi todos los otros investigadores, Corsini encontró que las mujeres que predicen con más exactitud el concepto de self de sus maridos, y los maridos que predicen con exactitud la manera en que sus esposas les perciben a ellos (en ambos casos el hombre era el objeto de la percepción) tenían como resultado una felicidad matrimonial para la pareja. La inversa, hombres que predicen con exactitud el self de sus esposas, y esposas que predicen con exactitud cómo sus maridos las ven, no mostraba relación con la felicidad.

Pero Corsini fue más allá y emparejó al azar las puntuaciones de los maridos y mujeres. Sorprendentemente, encontró correlaciones muy significativas de.75 y .77 para las dos puntuaciones de exactitud mencionadas y la felicidad matrimonial.

Asombrado y preguntándose si había obtenido una significación causal, repitió el emparejamiento al azar, y de nuevo obtuvo correlaciones significativas de .48 y .71, respectivamente.

Sintetizando, Corsini encontró que los maridos y las esposas mostraban una correlación significativa entre exactitud predictiva (la llamó "entendimiento") y felicidad matrimonial. Estas correlaciones significativas aparecían sólo cuando el marido era el objeto de la percepción. Sin embargo, cuando fueran utilizadas parejas al azar también aparecieron correlaciones significativas entre la exactitud predictiva y felicidad con la pareja real. Cuando la esposa era el objeto de la percepción no se encontraron correlaciones significativas en las parejas al azar.

Corsini supuso que sus resultados inesperados podían ser debidos a la concepción estereotipado de un marido. Halló por tanto la correlación media cada 2 puntuaciones 0 del self del hombre. Estas correlaciones de "conformidad" fueron ordenadas y correlacionadas con la felicidad de la pareja, encontrándose una correlación ordinal altamente significativa (.65). Se siguió el mismo procedimiento para las mujeres pero se encontró una correlación no significativa de .16 entre la felicidad y la conformidad. Corsini llegó a la conclusión que 11 para que un matrimonio sea considerado como feliz, el marido debe ser un individuo estereotipado o conformado. Al parecer las mujeres pueden variar más sin que afecte a la felicidad matrimonial". (Corsini, 1956, p. 330).

El análisis de Corsini es alentador pero no va más allá. Su análisis de los estereotipos no se ocupa de aquellas percepciones de la esposa diferentes de las de ella misma. Para las parejas creadas por azar que han mostrado una relación entre exactitud predictiva y felicidad matrimonial es necesario hacer varias hipótesis. En primer lugar, podría darse el caso que los maridos que se consideraban similares a la forma en que otros hombres les percibían, no sólo podían ser conformistas sino también felices. Más aún, para que la exactitud predictiva sea asociada con la felicidad matrimonial, sería necesario también que las mujeres que ven a sus maridos como conformistas sean igualmente felices en su matrimonio. Sólo de esta forma las parejas al azar podrían mostrar una alta correlación entre exactitud y felicidad. Corsini fácilmente podía haber hecho un análisis de las predicciones estereotipadas, pero desgraciadamente no lo hizo.

El trabajo de Corsini deja abierto el problema de si la exactitud predictiva está relacionada con la felicidad matrimonial controlada por estereotipos. Una forma de tratar este tema en futuras investigaciones sería centrándose en un grupo de maridos que no presentan auto-conceptos estereotipados y ver si la exactitud predictiva de sus respuestas por parte de sus esposas está relacionada con la adaptación matrimonial. Los resultados de Corsini están basados en una muestra de 20 parejas, y bien pudiera ser que el considerable conjunto de datos que muestran la exactitud relacionada con la evolución del noviazgo y la adaptación matrimonial no sea todo producido por la conformidad. El trabajo de Goodman y Ofshe apunta también hacia un posible determinante estereotipado de la exactitud predictiva, pero en las esposas en lugar de los maridos. Sólo investigaciones adicionales pueden resolver el problema del papel de los estereotipos en la investigación de la percepción, problema éste ya advertido hace una generación por Cronbach (1955) y Gage, Leavitt & Stone (1956) pero que todavía no ha sido resuelto.

Diferencias sexuales en confirmar las percepciones del self de los cónyuges y la adaptación matrimonial

Los indicios relativos a la asociación entre la tendencia a confirmarla percepción del self de la pareja y la adaptación matrimonial son bastante claros. Todos los estudios de esta breve revisión han mostrado que la tendencia de la esposa a ver a su marido como él mismo se veía estaba asociada significativamente con la adaptación matrimonial. La tendencia para el marido de confirmar la autopercepción de la esposa estuvo o bien no relacionado significativamente con la adaptación matrimonial, a fue de una magnitud menor que la asociación entre las tendencias confirmatorias de la esposa y la adaptación matrimonial (Luckey, 1960, Kotlar, 1965; Taylor, 1967; Murstein & Beck, 1972).

Si bien la conclusión que saco de estos estudios es que la confirmación del esposo sobre la percepción del self de la esposa tiene poco efecto sobre la adaptación matrimonial comprado con la viceversa, ya que él tiene más poder y está más preocupado por validar su percepción de self que ella, por supuesta son posibles otras explicaciones. Una de esas explicaciones pudiera ser que las esposas tienen opiniones inferiores de ellas mismas y por lo tanto la razón por la que las confirmaciones de los maridos sobre los conceptos de self de sus esposas tienen poco efecto sobre la adaptación matrimonial se debe a que confirmar una baja auto-imagen es difícilmente favorecedora de la felicidad matrimonial. En suma, podría especularse que las personas dominantes generalmente piensan bien de ellas mismas, y que el éxito en el matrimonio está asociado con la estimulación del yo de la persona dominante viéndola de la manera que ella se ve a sí misma. La persona no dominante tiene una auto-imagen positiva inferior. Así que confirmar una imagen relativamente pobre no sirve de mucho para el individuo o para el matrimonio. Puesto que más maridos que esposas son los miembros más poderosos de la diada, confirmar la auto-imagen de los maridos estará asociada con la adaptación matrimonial, mientras que confirmar la auto-imagen de las esposas no estará tan fuertemente asociada con la misma. Esta explicación alternativa podría ser investigada puntuando el concepto "auto" según lo positivo a lo negativo.

Factores de Personalidad y Adaptación Matrimonial

Se han emprendido varios estudios que describen la relación entre varias características de personalidad de los maridos y las esposas y la adaptación matrimonial. Dean (1966) comparó una medida de madurez emocional, valorada por uno mismo y por el cónyuge, con puntuaciones de adaptación matrimonial. Más de una década después sus alumnos y él replicaron el estudio (Cole, Cole & Dean, 1978). A pesar del hecho de que los tests fueron administrados con una separación de más de una década y con una población diferente, los resultados, como se muestran en la tabla 2, son extraordinariamente constantes. Estas demuestran que la madurez emocional de los maridos, tanto si es valorada por ellos mismos o por las esposas, repercute en la adaptación matrimonial de las esposas más que la madurez emocional de éstas repercute en la adaptación matrimonial de sus maridos.

En dos estudios, Murstein y otros, encontraron que las características de personalidad de los maridos estaban más relacionadas con la adaptación matrimonial que las de las esposas, en una amplia variedad de tests de personalidad. En un estudio de roles sexuales medidos por el Inventario de Rol Sexual de Bem, que acentúa los rasgos de personalidad, y el Inventario Comportamental, que mide los comportamientos reales, Murstein y Williams (1983) encontraron que las puntuaciones de rol sexual de los maridos estaban relacionadas significativamente con su propia adaptación matrimonial y la de sus esposas, mientras que las puntuaciones de rol sexual de las mujeres estaba relacionada ante todo con su propia adaptación matrimonial.

Otro estudio se centra en las variables de compromiso y de orientación de intercambios, esta última es una medida de la probabilidad de marcar ítems que favorezcan una aproximación de intercambio a medias en las relaciones interpersonales (Murstein & MacDonald, 1983).

Utilizando la regresión múltiple, los autores informan que la adaptación matrimonial de las esposas podía ser pronosticada casi igual de bien por sus propias puntuaciones de intercambio y compromiso como por las de sus maridos. Sin embargo, las puntuaciones de adaptación matrimonial de los maridos fueran claramente mejor pronosticadas por sus propias puntuaciones (el 61% de la varianza) en comparación con las puntuaciones de sus esposas (el 28% de la varianza).

La "neurosis" del marido también parece repercutir más sobre la adaptación matrimonial de la pareja. Burchinal, Hawkes & Gradner (1957) estudiaron varias muestras de matrimonios sacados de cuatro estados del Medio Oeste norteamericano. La condición de estar libre de neurosis por parte de los maridos presentaba una correlación de 37 con una media de adaptación matrimonial, mientras que para las esposas esta correlación fue sólo de. 11, siendo la diferencia bastante significativa.

Pond, Ryil & Hamilton (1963) estudia ron 87 parejas pertenecientes a la clase obrera. Observaron que de 45 casos en los que el marido estaba diagnosticado como neurótico, sólo 3 esposas fueron diagnosticadas como no neuróticas. La neurosis de la mujer no estaba probablemente relacionada con la del marido. Esta evidencia apoya la conclusión de que la salud mental del marido está más íntimamente relacionada con la adaptación matrimonial de la pareja que la salud mental de la esposa.

Discusión y conclusiones

Si bien la superioridad de la mujer sobre el hombre en cuanto a la exactitud perceptiva no ha sido demostrada sin dejar duda, sí se ha demostrado que su exactitud perceptiva así como la confirmación de la auto-imagen del hombre, están relacionadas tanto con la evolución del noviazgo como con la satisfacción matrimonial. Además, las características de personalidad y la salud mental de los hombres están más estrechamente relacionadas con la evolución del noviazgo y la adaptación matrimonial que en el caso de las mujeres.

Lo que hace falta llegado a este punto es determinar las causas de estos descubrimientos y las excepciones a los mismos. ¿Los maridos son menos variables y, por tanto, más fáciles de predecir que las mujeres?

Las ampliaciones del trabajo iniciado por Corsini darían respuesta a esta pregunta. Si resultara que los hombres son más estereotipados, esto no significaría necesariamente que los anteriores descubrimientos fueran un invento. Haría más comprensibles el primer lamento de Freud "Was will das weib" (¿Qué quiere la mujer?). Pero ¿por qué son más variables las mujeres? ¿Es que el poder genera un estereotipo mientras que el estatus débil produce diversidad? Si los estereotipos no resultan ser la respuesta, ¿se trata simplemente de que los hombres poseen mayor poder en nuestra sociedad que las mujeres y en función del mismo no prestan tanta atención a las mujeres como éstas hacen con los hombres? Hay suficiente evidencia de que las mujeres están mucho más interesadas en las relaciones interpersonales según han mostrado Langhorne y Secord (1955). ¿Es que las mujeres prestan a los hombres más atención cuando quieren elevar su estatus y menos una vez casadas con el estatus logrado? Esta es otra posible interpretación de los descubrimientos de Goodman y Ofshe sobre la disminución de la exactitud predictiva de las mujeres casadas.

¿Y qué pasa con las mujeres que no se casan? ¿Es más probable que los hombres se casen sólo con mujeres que están dispuestas a adularles?

¿Y qué pasa con las mujeres que tienen un estatus igual o superior a los hombres con los que se casan? ¿Es probable que los hombres con inferior estatus sean más exactos percibidores que sus esposas, 0 al menos de igual exactitud predictiva?

Por último, ¿existe un principio general que pudiera ser aplicado a muchas otras relaciones interpersonales distintas del matrimonio? ¿Aquellos de menor estatus en la sociedad tienen que ser más exactos percibidores que los de mayor estatus, mientras que aquellos con poder pueden permitirse ignorar a aquellos de menor poder? ¿Los negros en situación de desamparo son propensos a ser más sensibles a los blancos que la viceversa? ¿No tienen el pobre que ser más atento al rico? La investigación sobre percepción de personas a pesar de algunos posibles peligros de tipo estadístico tiene mucho que ofrecer como un medio de mejorar la comprensión de las desigualdades y otras complejidades de las relaciones interpersonales.

Referencias

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Material adicional / Suplementary material

Tabla 1. Sexo prematrimonial : Encuestas.

Tabla 1. Sexo prematrimonial : Encuestas.

Tabla 2. Comparación de los principales resultados.

Tabla 2. Comparación de los principales resultados.

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