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Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.

PAPELES DEL PSICÓLOGO
  • Director: Serafín Lemos Giráldez
  • Última difusión: Enero 2024
  • Periodicidad: Enero - Mayo - Septiembre
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  • ISSN Electrónico: 1886-1415
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Papeles del Psicólogo, 1987. Vol. (28-29).




EL DOCTOR GERMAIN Y LA PSICOLOGIA ESPAÑOLA

HELIO CARPINTERO

La figura de Don José Germain ocupa un lugar clave en la historia de la psicología española.

Representa, por una parte, la continuidad de una tradición científica amenazada de ruptura por la guerra civil. Formado cerca de Cajal, y sobre todo de Rodríguez Lafora, amigo y colaborador de Emilio Mira, presente en la empresa de incorporar la psicología a nuestro país en el primer tercio de nuestro siglo, Germain vio cómo todo ese mundo desaparecía aplastado por la guerra civil: suspendidas las revistas, exiliados sus amigos y maestros (Lafora, Ortega, Marañón, Mira...), cambiando de arriba abajo su Instituto de psicotecnia, hasta perdidos sus papeles de una investigación hecha por él en Cambridge con Sir Frederick Bartlett... Esta línea, que en psicología conducía, a través de Lafora, hasta el doctor Simarro por un lado y a Kraepelin (y por éste, a Wundt), de otro, significaba una tradición de estricta orientación científica, abierta a las aplicaciones psicotécnicas que la sociedad española, en proceso de modernización y cambio social, demandaba.

Acabada la guerra, la fidelidad a esa tradición sólo podía hacerse realidad continuándola, activa y creadoramente, hacia adelante. Había de hacerse, claro es, desde fuera del poder, en la marginación, aceptando puestos sin brillo ni distinción, sacrificando la vida a la empresa de restablecer el estudio e investigación de la psicología científica. Mientras, en la universidad, volvía la psicología a ser parte del cuerpo filosófico, que, orientado hacia la escolástica, había reverdecido con el régimen político de la postguerra.

A la distancia de los años, asombra constatar el esfuerzo y la tenacidad derrochados por Germain para restaurar entre nosotros la psicología. Primero, para transformar una revista de corto vuelo, Psicotecnia, en la Revista de Psicología General y Aplicada (1946), hoy viva y admirable en sus cuarenta años de vida. Luego, para iniciar el trabajo de investigación en el Departamento de Psicología Experimental, dentro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (1948), y saberse rodear de colaboradores entusiastas: Mariano Yela, José Luis Pinillos, Miguel Siguán, Francisco Secadas, Manuel Ubeda, Jesusa Pertejo, José Forteza... Poco después, Germain saca adelante la creación de la Sociedad Española de Psicología (1952); algo más tarde, la de la Escuela de Psicología y Psicotecnia (1953), primer centro destinado en nuestro país a la formación de los psicólogos. Y congresos, y reuniones, y visitas de psicólogos extranjeros de renombre, y trabajos sobre psicología del tráfico, sobre selección de pilotos, sobre orientación profesional... Y junto a ello, su actividad como clínico, sus perpetuas preocupaciones por la higiene mental, y su preocupación por servir de puente entre psicólogos y psiquiatras, y por lograr una consolidación de la figura y las funciones del psicólogo en el marco de nuestra sociedad.

Tender puentes, tal era a mi juicio la secreta vocación del Dr. Germain. Puentes entre nuestro presente y la tradición anterior; puentes entre nuestros investigadores y los grupos y las escuelas más distinguidos en el extranjero; puentes entre los profesionales dedicados al estudio de los temas mentales; puentes, sobre todo, hacia un futuro, abierto, riguroso, de calidad para nuestra ciencia y para nuestros profesionales. La dramática experiencia de la guerra civil parece haber agudizado su conciencia de que tanto la ciencia, como la vida social y, por supuesto, la vida personal, son realidades amenazadas por la inconexión, la insolidaridad, la fragmentación, que destruye su condición histórica profunda.

Conocí al Doctor Germain hace unos años, cuando iniciaba yo la publicación de la Revista de Historia de la Psicología, movido entre otras cosas por el deseo de dar continuidad y conexión a nuestra tradición psicológica. Quería iniciar la revista con su autobiografía, y así se lo hice saber. Sorprendido, comenzó dudando entre decir que sí o que no. Un par de meses después del primer encuentra, me anunció gozoso un primer envío de páginas, al que siguieron varios más. La memoria de Germain, atestada de recuerdos, iba destilando su historia personal, que coincidía, día a día y hora a hora, con la historia de la psicología española. Entonces advertí la peculiaridad del caso: en unas horas críticas para la suerte de la psicología española, debatiéndose entre ser o no ser -no ser ciencia, ni ser por tanto psicología-, el Dr. Germain no había simplemente contribuido a enderezar su destino; más honda, más profundamente, había trasfundido su vida a la de su empresa histórica y científica: las horas de su vida son una buena parte de la historia misma de nuestra psicología española.

A la vista de nuestro presente -nuestras Facultades, nuestros centros de investigación, nuestras sociedades, la significación y perfil del rol del psicólogo en nuestra país-, resulta visible que el esfuerzo incansable de Germain ha dado su fruto. Un fruto cuyo término se pierde, innumerable, entre las sombras del mañana...

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