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Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.

PAPELES DEL PSICÓLOGO
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Papeles del Psicólogo, 1986. Vol. (24).




CÓMO Y CUÁNDO INSERTAR SOCIALMENTE AL TOXICÓMANO

JAIME FUNES I ARTIAGA.

Asesor Técnico adjunto al Director General de Protección y Tutela de Menores del Departamento de Justicia de la Generalitat de Catalunya.

La reinserción social de los toxicómanos, aún revistiendo Luna cierta idiosincrasia propia, no debe plantearse haciendo caso omiso de los criterios fundamentales que se plantean para todas las acciones de socialización o resocialización.

I. PRINCIPIOS GENERALES

No debe olvidarse, por lo tanto, que las medidas a tomar no han de ser segregantes, no pueden ser total y exclusivamente para el colectivo que padece la dificultad, han de estar circunscritas a un territorio, deben reutilizar los agentes, los recursos sociales y los servicios existentes, han de planificarse como comunitarios, es decir, proponiéndose la participación de la comunidad humana en la que se actúa.

En el campo concreto de las toxicomanías graves no alcohólicas, se puede decir que no existe en nuestro país ninguna experiencia sistematizado de reinserción social de los sujetos que la padecen. Dada su relativa novedad, las experiencias y los recursos se han generado en torno a la desintoxicación y la abstinencia iniciales; sin embargo, la realidad actual es que los servicios ambulatorios y las comunidades terapéuticas soportan una saturación por colectivos que no logran transferir, derivar, retornar hacia el medio habitual del individuo.

Incluso la formulación teórica sobre en qué debe consistir esta reinserción plantea numerosas incógnita (1) no. resueltas en parte por la falta de reflexión sobre la experiencia, en parte por falta de investigación sobre los aspectos sociales de la persona del toxicómano.

Aunque algunas toxicomanías como la heroína afectan a diversos grupos sociales, no puede olvidarse que inciden de manera especial y con mayor gravedad en aquellos colectivos que, además, ya están sometidos a diferentes procesos de dificultad o conflicto social.

Si el supuesto teórico de la recuperación de un toxicómano tiene corno objetivo su vuelta a la situación anterior al consumo de droga, no debe olvidarse que la situación anterior ya era, en muchos casos, disocial. El medio en el que se desarrolló la toxicomanía ya era patógeno, el consumo estaba estrechamente ligado a las vivencias, los valores -o a su ausencia-, las conductas, las relaciones de grupo, la vida en la calle, etcétera, cotidianos en el individuo.

Reinsertar, por lo tanto, significará diseñar un proyecto de vida no conflictiva ni autodestructora, sin el recurso abusivo a substancias modificadoras de la conducta. Este diseño es evidente que no puede hacerse desde la única perspectiva de la toxicomanía.

Tampoco es pensable -fundamentalmente en el caso de la heroína- que el individuo "curado", vuelva a ser el que era. Las experiencias toxicómanas dejan una profunda impronta en la personalidad del individuo, forman parte de las experiencias vitales en las que se reprocesa el comportamiento, el diseño del futuro, la evaluación personal de la satisfacción y las frustraciones.

Es erróneo plantear la reinserción como la etapa última de un proceso secuenciado de atención al toxicómano: prevención -desintoxicación- tratamiento ambulatorio -comunidad terapéutica- reinserción. La reinserción social comienza por la imagen y la concepción que del toxicómano se traspasa a la sociedad; sigue por el tratamiento evitando que se base sobre mecanismos de marginación; se completa proporcionando, en el seno de un colectivo más amplio, los recursos que le permitan recobrar nuevas identidades, nuevos proyectos existenciales.

Al igual que la prevención, la reinserción social debe proporcionarse -fundamentalmente- a través de redes inespecíficas. No debe pensarse en cómo diseñar redes de reinserción social de ex-toxicómanos, sino en cómo incorporar la atención al toxicómano en las redes normales de atención social, en los servicios de atención a los adolescentes y a los jóvenes.

Las políticas a aplicar en este ámbito no tienen nunca una rentabilidad inmediata, por lo que, a pesar de la gravedad de los problemas debe planificarse a medio y largo plazo. A la vez, debe optarse por propuestas realistas pero decididas. Así, aunque el objetivo deseable sea la erradicación total de recurso a las drogas, es preferible plantearse el trabajar específicamente sobre cada grupo para que su consumo -con frecuencia casi inevitable- se circunscriba a una etapa de la vida y en unas condiciones no destructoras en exceso.

De la misma manera, las inevitables políticas represivas del tráfico ilegal deben ser deducidas, pero delimitando al máximo posible los grupos sobre los que se actúa, ya que la criminalidad del toxicómano puede acabar siendo un potente antídoto de cualquier proyecto de reinserción.

II. ALGUNAS PROPUESTAS CONCRETAS

Pensando en medidas, en sistemas de atención, hay que recordar que ni existe, ni es posible un único modelo de abordaje de este toma, por lo que deben ensayarse modelos diversificados de atención.

Las toxicomanías, como problemática social compleja, están estrechamente ligadas a las condiciones sociales de cada territorio concreto. Por ello, su abordaje básico debe hacerse desde el municipio, o la agrupación de ellos. Es, además, el nivel municipal el que mejor permite la globalización y la atención integrada.

Algunas de las medidas necesarias y posibles podrían ser:

A. El establecimiento de una red básica de atención social, potenciando la incorporación específica de la atención a las toxicomanías en los diferentes municipios: Equipos Sociales de Base, Equipos de Atención Comunitaria, Equipos Socio psicopedagógicos municipales, etcétera.

Se pretende que sin crear ninguna red específica, los diferentes servicios que ya actúan en un municipio, elaboren específicamente el proceso a seguir en la atención local a las toxicomanías. Estos núcleos de atención deben ser imprescindiblemente multiprofesionales y no creados en función de las toxicomanías.

A través de servicios de atención social se trata de asegurar que la toxicomanía se aborda dentro de un contexto más amplio, y que existe un seguimiento del toxicómano y el medio en el que se desenvuelve, desde la manifestación de la dificultad hasta la materialización o no de su inserción social.

B. Organización de sistemas alternativos a la actual realidad de las comunidades terapéuticas. Al margen de que el sistema de comunidades terapéuticas es inviable como sistema único y universal de tratamiento, su nodo gordiano está situado en el cómo y el cuándo del retorno del sujeto al medio habitual. Dado que el tratamiento condiciona la reinserción, debe procederse a arbitrar medidas que la contemplen desde el principio. Algunas de ellas podrían ser:

- Implantación de sistemas de seguimiento obligatorio, a cargo de un trabajador social del barrio, municipio o comarca de origen, previamente a su entrada en la comunidad terapéutica y durante su estancia en ella. Este profesional deberá planificar con los responsables del centro que ha acogido al toxicómano la duración de su estancia y el momento del retorno. Complementariamente, establece unos límites máximos de permanencia en una comunidad terapéutica.

- Creación, experimentación y extensión de sistemas de tratamiento aislado del medio habitual, pero no grupales. Es decir, proporcionar al toxicómano grupos humanos fuera de su medio habitual, en los que no existe el recurso sistemático de las drogas, pero tampoco están presentes otros toxicómanos en proceso de recuperación (familias de sustitución, pequeñas residencias juveniles, plazas de hospedaje en pequeñas fondas familiares, etcétera).

Con medidas de este estilo se pretende evitar la generación de las místicas típicas de las "instituciones totales" y la dependencia de las conductas de grupo que dificultan la reinserción. Complementariamente, es igualmente imprescindible el seguimiento al que antes se aludía, así corno la presentación de una cierta ayuda psicoterapéutica puntual a cargo del servicio que lo ha derivado.

- Creación de recursos de apoyo para la superación de la dificultad en el mismo medio habitual del toxicómano. Las fórmulas a ensayar pueden ser diversas. (Por ejemplo: personajes de apoyo especializados, dentro de los servicios de atención social del municipio; pequeñas residencias terapéuticas en medio totalmente urbano, con estancia limitada y con posibilidad de ser usada en períodos de emergencia; centros de crisis abiertos las 24 horas).

D. Aplicación diferente, pero no específica, de los recursos y servicios generales creados para los colectivos socialmente más desfavorecidos. No debe establecerse, de ninguna manera, que la toxicomanía sea una condición que facilite el acceso prioritario a recursos y servicios (programaste empleo, vivienda, ayudas económicas, etcétera). Su constancia expresa tiene efectos sobre la colectividad y sobre el propio individuo a recuperar.

Hay que incorporar a la discusión sobre la aplicación de los planes de ocupación, de la formación ocupacional, de las actividades creativas y de esparcimiento, las necesidades objetivas de los diferentes grupos de toxicómanos. Cualquiera de estos programas ha de estar diseñado y aplicado teniéndolos en cuenta, pero no específicamente para ellos.

Finalmente, se ha de señalar que una parte importante de la reinserción social está condicionada por la respuesta social inmediata que recibe el "ex" en su propio medio.

III. LA RECUPERACION COMO UN PROCESO

Quisiera, para terminar, utilizando datos de trabajos recientes (2) poner en crisis la imagen parcializada (en fases) que parece dominar el abordaje de la toxicomanía.

La "recuperación de un heroinómano consolidado es un proceso singular, derivado de la presencia de una constelación de circunstancias, en un determinado momento evolutivo, en función del tipo de heroinómano que es y, finalmente, con una alta presencia del factor suerte.

Al decir un "proceso estamos hablando de una secuencia de actividades, conductas, acontecimientos, etcétera, que se producen de una forma dilatada en el tiempo y en el que el orden como se producen también cuenta. Es decir: el llegar a ser un sujeto que no depende de la heroína (al menos no depende como para no resistir la compulsión al consumo) es una sucesión en raque lo posterior depende de lo anterior. El comportamiento final supone, inevitablemente, una especie de reasumpción sistemática de todo lo que ha ido ocurriendo desde que se empezó a consumir heroína.

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