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Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.

PAPELES DEL PSICÓLOGO
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Papeles del Psicólogo, 1985. Vol. (19).




LA TEORÍA DEL GRUPO Y SUS APLICACIONES CLÍNICAS

NICOLÁS CAPARRÓS SÁNCHEZ, ANTONIO GARCÍA DE LA HOZ Y GRUPO QUIPÚ DE PSICOTERAPIA*

* Institución dedicada a la investigación y práctica de la psicoterapia de grupo e individual desde 1974.

Si nos atenemos a la perspectiva histórica, las primeras concepciones modernas sobre el grupo en su vertiente ,psicoterapéutica han nacido de diversas situaciones insólitas y todas ellas marcadas por la urgencia: la necesidad de tratar problemas muy concretos como la tuberculosis (Pratts) o la neurosis de guerra (Bion). Exceso de trabajo que impedía la atención individualizada y a la vez la presencia de pacientes aparentemente homogéneos y potencialmente tratables en conjunto. los dos puntos de partida no pueden ser más lógicos ni mas obvios. Pero también esta aplastante necesidad que pide el nacimiento del trabajo en grupo, obliga a un comienzo precario y no demasiado reflexivo. Se podía suponer que una vez cesada la urgencia o la masificación de la demanda, lo sensato es volver al tratamiento individualizado, sea cual fuere la técnica que se preconice para esto.

La historia de la clínica ha mostrado a lo largo de los años que muchos azares han abierto caminos insospechados y estaría de más recordar que aquí estamos también ante uno de ellos; porque desde luego, hoy cabe decir que la era de la psicoterapia grupal -con toda la extensión que este término de tener- ha abierto un campo específico de tratamiento y que como tal tiene sus indicaciones propias.

No podemos ahora, hacer otra cosa señalar de manera sintética algunas de las aportaciones más interesantes lo que puede dar a estas líneas un tono excesivamente dogmático por lo poco razonado, pero queremos arrastrar ese riesgo.

En efecto, si tomamos el marco de referencia psicoanalítico en el que nos movemos como punto de partida, no podemos dejar de señalar los siguientes puntos de importancia para la comprensión del grupo:

a.) El nivel de Integración Psicológico, que posee sus leyes propias, proviene de la articulación de otros dos también ,específicos: Nivel Biológico y Nivel Social- Lo cual como sabemos, da lugar a la Psicología no sea una ciencia incontaminada, sino que su campo forzosamente aparece invadido por múltiples entrecruzamientos.

b.) El Vínculo original primariamente no, es precisamente aquella relación que se establece entre unas demandas producto de las necesidades biológicas del neonato con una oferta ,efectuada de una manera peculiar -humana-, lo que al fin y a la postre quiere decir social.

c) Estos vínculos incorporados más tarde por el sujeto, que a la vez se constituye como tal merced a ellos, están afectos de un lado, por la monotonía inexorable de la biología y por el otro por la riqueza cambiante del medio, como consecuencia, nunca podremos hablar, desde la perspectiva del sujeto, de necesidades puramente biológicas ni de oferta social, sino de experiencias psicológicas cuya especificidad resulta de estructuras que comprenden elementos de ambos polos. Por lo tanto, si deparamos al sujeto únicamente atención biológica o social, con ser estas imprescindibles, dejaríamos de lado el producto radicalmente nuevo y que se produce de esta relación que estamos mencionando y que genéricamente se llama psicológica.

No tiene sentido, por tanto, polémicas que pretendan categorizar en orden de importancia estos tres niveles, ni mucho menos pretender concluir en la primacía de cualesquiera de ellos, ni en lo que concierne a la comprensión del sujeto ni en la clínica que se ocupa del mismo.

En lo que se refiere al conflicto psíquico definido a través de sus consecuencias subjetivas y/o objetivas en la conducta, la pretendida prevalencia de uno de estos tres niveles, y lo que es peor, el desprecio simultáneo de los restantes han dado lugar a otras tantas propuestas terapéuticas sesgadas. Así el modelo Médico, al menos en sus versiones más exageradas, bajo el primado del acontecimiento biológico, el modelo Sociogenético tan caro a los momentos reactivos frente al sistema establecido y finalmente, el modelo Psicológico, cuyo paradigma más destacado lo representan ciertas escuelas psicoanalíticas de corte intrapsíquico.

No hago una mención expresa de los modelos Matemáticos por cuanto estos carecen de campo propio y de hecho se limitan a operar con axiomas que naturalmente son ajenos al campo de la matemática. En rigor, éstos son reductibles a los anteriores, aunque varían en la forma de tratar el campo al que se aplica.

Si volvemos a la clínica de los conflictos psíquicos, estas reflexiones nos pueden ser de suma utilidad: existen terapias que ponen más énfasis en las relaciones que el conflicto psíquico, tomado este en cualquier caso como objeto fundamental del tratamiento, guarda con lo biológico, con la incorporación propiamente dicha de la relación biológico-social o con lo psicosocial Entiéndase bien que en ninguna circunstancia estamos afirmando ahora que el sujeto psicopatológico esté "etiológicamente enfermo" en alguna de estas fuentes en exclusiva. Nos limitamos a decir que estos tres grandes grupos de modalidades terapéuticas inciden preponderantemente -aunque no sólo- en uno de esos puntos principales de la estructura total.

El acto terapéutico que se ejerce en el paciente mediante la sesión de grupo es de índole psicosocial, lo que quiere decir que profundiza sobre los aspectos sociales de los psicológico y no, como a veces se entiende, sobre los aspectos psicológicos de lo social. (Este trabajo puede llevarse a cabo en grupo, pero este grupo ya no debe llamarse terapéutico.)

Parece obvio señalar que la terapia grupal no puede tener la ambición, al menos en todos los casos, de instituirse como exclusiva, sino que por el contrario, debe limitarse a reclamar el puesto específico que tiene en el arsenal terapéutico de que disponemos. En muchos casos es un atamiento que debe ser asistido por otros. En lo que no dejaremos de insistir es que debemos evitar el falso problema de las confrontaciones con otras modalidades de intervención terapéutica.

El tipo de acción de grupo terapéutico puede describirse brevemente como sigue:

Pone en relación las respectivas verticalidades de los sujetos que lo integren con la horizontalidad de la situación en la que interactúan. Corno consecuencia, el grupo desvela de alguna manera en el aquí y ahora los grupos internos de sus componentes; posibilita mediante la escena grupal la presentación de situaciones y fantasías inconscientes pretéritas y a la vez permiten confrontaciones nuevas de este material. Desde Pichón Riviere sabemos que el grupo encuentra su propia identidad en una tarea. Nosotros, a lo largo de diversos trabajos, nos hemos esforzado en delimitar una tarea concreta, la tarea terapéutica que consideramos privativa de los grupos con objetivos clínicos. Para definirla aparecen diversos obstáculos, pero sobre todo la integración de los respectivos conflictos individuales en un constructo que sea algo más que la simple aposición de aquellos. En esta dirección hemos tratado de buscar aquellas estructuras profundas que por encima de contingencias biográficas permiten crear un sentido a las sucesivas demandas y deseos de los miembros del grupo. Hemos visto que con independencia de los diagnósticos psicopatológicos -aunque se puedan establecer relaciones con ellos- existen tres modos, en estrecha relación con el tipo de objeto interno, prevalentes de tratar al objeto social: de forma esquizoide, confusional y depresiva,- la segunda nos cabe la responsabilidad de haberla definido y desarrollado.

Estas formas características de relación permiten referir a otros tantos ejes a las producciones cotidianas del grupo, señalar las diversas lecturas de la escena, confrontar a cada miembro del grupo con aquello que por familiar le resulta imperceptible o que por ajeno deforma.

Se ha escrito, y con razón, que la "dinámica grupal" no puede compararse a la sesión analítica clásica, pero ¿quién ha dicho que la situación de grupo impida hacer otras lecturas distintas a la dinámica? Caben otras corno las que estamos esbozando aquí.

El concepto tarea terapéutica, en cierto modo derivado del de los núcleos básicos de la personalidad, permite superar el dilema individuo versus grupo, enfrentados como dos entidades naturalmente alienantes. Como hemos escrito reiteradas veces, los dilemas en psicología proceden de formulaciones falsamente planteadas. Dijimos en una ocasión que si el individuo enferma en grupo, justo parece que "sane" en grupo; hoy, dos años después, añadiríamos: cada vez sabemos más acerca de cómo el individuo enferma en su grupo y por lo tanto la posibilidad de analizarlo en grupo se hace mucho más real.

la psicoterapia de grupo está accediendo a una etapa de asentamiento y madurez teórica. Tras el entusiasma de los pioneros (Bion, Moreno, Foulkes, P. Riviere) y los espectaculares resultados de los comienzos, ha de venir un período de reflexión sólida que permite calibrar mejor la validez de estos resultados. Nuestra propia práctica grupal se encuentra inserta en este proceso y quizá la mejor manera de reflejarlo sea la constatación de la misma mediante el material clínico.

Antes unas palabras sobre lo grupal: Debe substantivarse corno lo inconsciente en Psicología e intentar dominar su dominante condición adjetiva. Pero en esa tarea está inmersa la formalización teórica del concepto de grupo, conceptualización imposible (al menos hasta ahora) y que apenas se llega a vislumbrar. lo cual se parece mucho al no-concepto de grupo sartriano, que es para él (y para nosotros) la prueba más fehaciente de la veracidad de su existencia. Nos acordamos de su famoso aforismo "el ser es la negación del conocer y el conocer saca su ser de la negación del ser", que nos parece especialmente brillante para definir la oposición grupo/concepto de grupo. El concepto de grupo alcanza una categoría esencial, óntica, mediante la negación del grupo como existente. Tal parece como si este existente-grupo fuera especialmente reacio a dejarse conceptualizar-negar. Por eso nunca es una estructura lograda, nunca podemos decir: "Eso es un grupo."

Sin embargo, existe algo que podríamos denominar pulsión grupal en cada uno de nosotros, algo de lo que constantemente tenemos corroboración clínica, algo específico, deseo de grupalización que alcanza aun al más individualista de los sujetos y que puede transcurrir sin satisfacerse durante toda una trayectoria vital. En las sesiones de grupo percibimos esto e incluye tanto a los integrantes como a los terapeutas. Es frecuente la emergencia de ciertos clímax en los que se percibe con la precisa claridad de un recuerdo encubridor (Deckerinnerung) la pulsión grupal antes mencionada. Clímax en los que todos nos encontramos inmersos e implicados. En nuestra opinión, la tarea de un grupo terapéutico es esta: lograr estos momentos grupales, lo que no siempre es posible. Son difíciles de describir y por tanto de definir, y quizá eso mismo, como apuntábamos, sea lo que les permite permanecer en ese rincón privilegiado de lo verdadero, a expensas de los enviones de la Ciencia, que no por ello ha de desistir en su empeño, en su labor reductora.

Intentaremos saltar la BRECHA (Rodrigué) verdad/ciencia con la descripción de una sesión de un grupo terapéutico, aun sabiendo que con ello se produce una considerable pérdida de sentido y de matices, que pasan incuestionablemente al acervo de lo reprimido grupal. Lo que nos anima, pese a todo a hacerlo, es la constatación de lo pobres que son los escasos informes clínicos sobre sesiones grupales y que cuando menos, añadiremos uno más.

Grupo de cinco integrantes (tres mujeres y dos hombres) con nosotros mismos de equipo terapéutico (E. T.). Lleva varios meses en funcionamiento y por lo tanto posee un buen "warning" (Moreno) o un "buen espíritu de grupo" (Bion). Laura habla de los sueños de muerte que últimamente tiene, sobre su temor a que se conviertan en realidad. Lo asocia con la muerte de un amigo suyo (M) y rompe a llorar visiblemente angustiada. Si una sesión comienza en esta forma es necesario leer bien la atmósfera que se crea. En este caso y dado el carácter de repetición del fenómeno (Laura comenzaba habitualmente así) parecía no impactar al resto de los sujetos. Esto no quiere decir que se deba frustrar a Laura, ignorando su verbalización, pues se verá seguidamente que se tuvo en cuenta por otro integrante. Una intervención que sea a la vez individual y grupal es lo más conveniente. En nuestro caso fue así:

E. T. -Quizá la muerte de M es una pantalla donde has puesto cosas tuyas. (Al grupo) ¿Alguno tiene un "M" en su historia?

Se ha utilizado al amigo "M" como algo simbólico que permita la inserción de más integrantes.

Jesús.-Sí, mi "M" es la cama. Tengo la fantasía de cambiarla cada vez que ha pasado una mujer por ella.

La "cama" como un santuario que no debe ser profanado. Hay que notar la asociación muerte-sexo, inclusive con la palabra "santuario profano" expresamente manifestado por Jesús. A continuación nos relata su experiencia del último fin de semana, mientras Luis (el otro varón unos años más joven y sin apenas experiencia sexual) se sonríe repetidamente, cuando no ríe abiertamente. El relato de Jesús es efectivamente "jocoso" si se toma por ese lado, aunque a él le produce molestar el recuerdo de esa experiencia. Pero se da cuenta de que al narrarla puede producir hilaridad. Pese a todo, dada la virginidad sexual de Luis, resulta epatante que se pueda causar tanta gracia.

E. T. -Tú, ¿de qué te ríes?

Luis. -Lo último que yo haría si voy a follar con una tía es llevarme libros. (Risas generales).

La risa, la ironía son instrumentos útiles y casi vitales en un grupo. Armando Bauleo (sin sospecha de ignorancia en este tema) se pasaba una buena parte de las sesiones entre enormes y sonoras carcajadas; E. Pavlovsky escribía que un terapeuta de grupo sin humor no es terapeuta de grupo; Lacan afirmaba algo, que aunque en otro contexto, se parece: "Cuanto más cerca del Psicoanálisis divertido estemos, más cerca estaremos del verdadero Psicoanálisis."

Jesús nos ofrece más información, ahora relativa a la masturbación substitutiva del coito. Aquí vemos el momento de una interpretación de prueba.

E. T. -Tú tienes un "pito" de "mírame y no me toques". Para ponerlo en una vitrina.

Evidentemente se puede tratar de una sobrevaloración narcisística del propio pene, que como nos indican nuestros conocimientos analíticos puede tener que ver con un intenso temor de castración. Y si esto es así, hemos dado con aquello que Freud llamaba la "roca viva" ante la que tropiezan y se estrellan la mayoría de los análisis. He aquí algo universal, ampliaba a todos. ¿Cómo trabajarlo grupalmente? Este es el reto específico de la psicoterapia grupal. Tras nuestra intervención, Luis aporta inmediatamente:

Luis. -A mi me ocurrió el otro día (al finalizar la sesión pasada) que no pude mear con A. (uno de nosotros) a mi lado. Efectivamente, se dio esa coincidencia en nuestro urinario público anexo a la sala de terapia.

Jesús. -A mí también me pasó eso con mi padre cuando era pequeño.

La situación, al menos en lo que se refiere a los varones parecía claramente planteada. Hacía falta saber qué pasaba con las mujeres que hasta ahora se habían mantenido expectantes. Nuestra pregunta grupal fue:

E. T.- ¿Os bañásteis desnudos alguna vez?

Pero antes de que todos respondieran, ya habíamos comprendido la característica global de la situación. Hay que pasar entonces a otro momento: La consigna, que es específicamente grupal. La consigna es un modo de interpretar al grupo. Una vez en posesión de un número de datos suficientes a nuestro entender, para configurar algo general, podemos arriesgar una propuesta de investigación basada en los mismos. En nuestro caso la consigna fue la elección de más o menos angustia de entre tres situaciones grupales dadas en una "imaginaria playa desierta":

Situación 1: "in puribus" con sólo personas del mismo sexo.

Situación 2: Igual, con personas del sexo opuesto.

Situación 3: Igual, con personas de ambos sexos.

Esta consigna se puede entender como una verdadera interpretación grupal, donde se incluyen "temores de castración", "envidias de pene", "observación de la diferencia sexual anatómica", etc. Permite además a cada integrante insertarse en algo individualizado a partir de una situación grupal dada. Las respuestas fueron variadas en virtud de cada personalidad. Así, por ejemplo, Jesús vio como más angustiante la situación 1 y la menos la 2, lo que es entendible desde el temor a la castración ejecutada por un varón "superior".

Para Luis es muy similar, con el único cambio de ser la situación 2 más angustiosa que la 3, entendible desde su virginidad sexual, que le obliga a solas con mujeres a "cumplir".

A Luisa le angustiaba más la 2, luego la 1 y finalmente la 3, igual que para Laura, lo que puede reflejar (corno expresaron más adelante) temor a la violación, que como hipótesis de trabajo, a su vez puede encubrir otras fantasías (como por ejemplo un deseo inconsciente de desenfreno sexual). Desde este punto de vista, la situación 3 (bisexual) enmascara dentro de la multitud estos temores-deseos y así se convierte en la menos angustiante.

Pilar no puede decidirse y opta finalmente por elegir la 3 como más angustiante y luego las otras por igual. Como explicación sugiere que su elección se basa en que se quedaría fuera en el reparto de sexos "imaginario" en la situación 3, hecho que evidentemente no se produciría ni en la 1 ni en la 2. Comprendemos su respuesta en base al momento actual de Pilar: No tiene pareja y desea tenerla. Quizá por eso no ha podido incursionarse en contenidos más estructurales.

De esta forma accedemos a otro momento de comentarios más individualizados, incluyendo el aquí-ahora transferencial del grupo. Luis puede entender el temor que desplaza desde su padre a nosotros, ligado a sus fantasías edípicas acompañantes de sus masturbaciones puberales: Deseo inconsciente de sustituir al padre o figura de autoridad (llega a verbalizar que se podría acarrear nuestro odio por ser más "ligón" que nosotros). Luisa integra el temor a la violación ligado a una característica muy acusada de su vida: Conservación cuidadosa de su mundo íntimo de "sus cosas", que a veces le hace aparecer como especialmente impenetrable. Como dato final, Pilar que no había podido "empaparse" manifiestamente del clima grupal, "actuó" el ardor de la sesión. Sin saber cómo, ni por qué estaba quemando un plástico con cerillas que nos sorprendió mientras comentábamos lo anterior. Y aún más, pues al finalizar la sesión, cuando se levantaba para abandonar la sala, prendió "por descuido" un poquito la moqueta. Podíamos decir que salió "echando fuego".

Hasta aquí el relato, que evidentemente se podría ampliar, dado nuestro conocimiento anterior de cada integrante. Pero baste lo dicho como ilustración de un modo técnico de hacer, que podríamos sintetizar en el esquema 1.

A partir de contenidos/formas individuales, tratar de conseguir una situación en el Aquí-ahora. Esto puede intentarse por medio de preguntas, "rondas", lectura de la atmósfera grupal y demás técnicas ya descritas por los autores teóricos. Si es posible interpretar el conjunto en forma de consigna lanzada al grupo. Hay que subrayar que consignar es una labor específica del equipo terapéutico, lo que no quiere decir que obligatoriamente tenga que formularse siempre. Finalmente, volver a los integrantes con su específica idiosincrasia, tratando de evitar un defecto corriente: la ilusión de grupalización, el "todos somos iguales".

BIBLIOGRAFIA

Bibliografía sobre Grupos del "Grupo Quipu de Psicoterapia"

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García de la Hoz, A.: "Revisión histórica de la psicoterapia grupal". Rev. Clínica y Análisis Grupal, nº 1, 1976.

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Paolini, E.: "Consideraciones sobre lo normal y lo patológico en la concepción dialéctica vincular. El grupo como agente generador y corrector". Rev. Clínica y Análisis Grupal, nº 13, 1978.

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Esquema 1.

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