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Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.

PAPELES DEL PSICÓLOGO
  • Director: Serafín Lemos Giráldez
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Papeles del Psicólogo, 1984. Vol. (18).




LA EDUCACIÓN SEXUAL

MARIA DEL LOURDES DEL RIO

Es importante tener en cuenta cuando se ha evidenciado la conveniencia de hacer Educación Sexual lo siguiente, no puede pensarse de un psicólogo, o un maestro o un monitor que intelectualice el problema de la sexualidad y se estruje los sesos hasta conseguir un programa ideal de Educación Sexual, convenientemente descafeinado y audaz para dejar tranquila a la progresía culposa.

Se mencionó lo anterior porque todavía en España el sexo es aquello que se oculta; aquello que con palabras poéticas o groseras se habla, con el ambigua deseo de revelarlo, con un lenguaje no exento de culpa y reparos frente a lo sexual. A propósito de esto Lecoq dice que las "palabras no son nunca vulgares, sino a veces los que las pronuncian y con frecuencia los que se escandalizan".1

El sexo es aquella en lo que se sueña con la ayuda de las imágenes recibidas del entorno, es lo que en la escuela o en los libros nunca es igual a como se vive.

Ocultar a los pequeños y jóvenes el papel que la sexualidad jugará en sus vidas es una falta imputable a la Educación de hoy, como también es el no detener la agresividad de la que serán objetos.

La Educación, dejándoles que salgan con una orientación psíquica tan falsa, se estaría comportando igual que si se les enviara a las Selvas Amazónicas preparándoles con audiovisuales de New York.

En la Acción Educativa generalmente se abusa de las prescripciones éticas y ésta "criminalidad" (como la llamaba una niña de l0 años) Sería justificable si al emitirse un juicio valorativo se dejase claro que es una opinión personal, y que pueden existir otras. El problema radica en que cuando se actúa por principios "morales" o "éticos" las informaciones tienden a ser dadas como categorías.

Si uno de los objetivos más relevantes de la Educación Sexual es ayudar a elegir sus propios valores, posibilitando que el educando opte por una decisión, estos no deben ser juzgados "a priori". Además, determinados criterios y valores pueden tener sentido para la sexualidad adulta más no para el infante o joven, lo cual es necesario considerar durante la práctica.

La Educación Sexual requiere la intervención pluridisciplinaria en el aprendizaje, para que el educando asimile los instrumentos para su desarrollo desde diversas perspectivas: de lo fisiológico a lo social, pasando por cada una de las materias instrumentales básicas y capacitar para utilizar ese saber en el crecimiento personal. Promover que el alumno tome conciencia de la importancia que tiene su sexualidad y del lugar que ocupará y ocupa en su vida. De hacerse así, la acción educativa lograría proveer seguridad para el dominio del conocimiento adquirido, y no caería en una vía de dominio y control de seres humanos.

Evolución de la sexualidad

La evolución de la sexualidad empieza a partir del nacimiento y con no reconocerlo no se consigue eliminarlo, sino distorsionarlo y desviarlo en perjuicio para la persona que se está desarrollando.

Cuando se piensa en educar para la realidad, no es tanto la realidad exterior, social en particular, que impone sus exigencias a quien quiere sobrevivir, sino que más bien se trata de hacer frente a un mal de discordia, a la imposible conjunción del bienestar y los deseos. La realidad parece designar aquí más que las amenazas que la naturaleza hace pesar sobre los humanos, la realidad psíquica que constituye el Inconsciente: la discordancia entre las pasiones. Así el carácter operativo de la Educación Sexual debe abrir el camino al reconocimiento de los deseos, la aceptación de ellos en uno mismo y en el otro.

Es una tarea difícil y compleja en cuanto que además de lo dicho anteriormente conlleva otro objetivo y es el de limitar el autoerotismo, pues de no desplazarse su atención mediante la socialización propia del escolar, arrastraría al niño/a a prescindir de todo objeto erótico que no forma parte de su cuerpo.

Desde un punto de vista operativo y realista, la escuela y el educador son para el escolar elementos nucleares en donde debe articularse la Educación Sexual sin por ello dejar de reconocer la responsabilidad de otras instituciones que están en contacto con el niño/a en mayor o menor grado. Adelantamos aquí el convencimiento de que la escuela tiene la obligación de ofrecer una formación integral a los educadores, criterio relevante y requisito previo para la ulterior labor.

El educador sexual

Partiendo de que la totalidad de las instituciones y lugares donde el niño/a se desarrolla, intervienen de una u otra manera en el proceso pedagógico y, por consiguiente, en su educación sexual; sin embargo, se podría evaluar la eficacia de unas más que otras, en función del grado de implicación y responsabilidad en dicho proceso y, aunque no se profundizará en ello cabe destacarlo aquí.

Hay diversas opiniones respecto a quien incumbe dicha función (como: padres, sacerdotes, amigos, maestros, etc.), y existen trabajos interesantes donde se han recogido estas, mediante encuestas. Sin embargo, sería conveniente señalar que si la Educación Sexual es competencia de todas las instituciones, para que esto signifique una alternativa de alta eficacia requiere de un planteamiento coordinado y debidamente planificado de estas.

Se ha dejado claro que la Educación Sexual es competencia de diversas instituciones, sin embargo, sería conveniente discutir más acerca del perfil del educador, sus actitudes, sus vivencias y en general sus características personales, de las que se destacan las siguientes:

1 . El Educador debe tener una base sólida de conocimientos científicos y objetivos sobre la sexualidad humana, y a ser posible la formación especializada de Monitor de Educación Sexual o cursos de reciclaje sobre dicha materia.

2. Como antes se habla apuntado, es de suma importancia que el educador no juegue un rol de juez de la conducta sexo-afectiva de los educandos, sino que debe respetar y comprender sus peculiaridades, adoptando actitudes abiertas respecto a la sexualidad. Lo que supone tener asumida la propia sexualidad.

3. Reunir un vasto repertorio de recursos psicopedagógicos para tratar la sexualidad. No es igual impartir sobre una asignatura instrumental que sobre sexualidad, esta última, es más una dimensión básicamente vivencial que no puede reducirse a la lógica de la razón puesto que, le restaría la espontaneidad propia que acompaña a uno mismo y a las relaciones con los demás.

4. Es así mismo fundamental que tenga aptitudes para comunicar y transmitir la información y sobre todo habilidades para captar las demandas manifiestas y latentes del educando.

5. El educador requiere ser consciente de la necesidad de conectar con profesionales y/o equipos especializados para recabar asesoramientos teóricos y prácticas que le conduzcan a una área más eficaz.

6. El educador debe ser una persona muy motivada y sensibilizada en materia de sexualidad. Es necesario aclarar el motivo por el cual se incluye este punto dentro del perfil. En este país la legislación respecto a Educación Sexual es absolutamente ambigua e insuficiente, carece aún del apoyo oficial e incluso hay una fuerte oposición por parte de ciertos sectores más conservadores. Por lo tanto, en la actualidad, debido a las dificultades presentes en el proceso, quizá, una de las claves de la Educación Sexual sea la motivación del profesorado.

Algunos de los rasgos mencionados son de gran importancia si se parte de la base de que se proyecta sobre el educando la propia visión de la vida, los conflictos, en suma representa un modelo de valores sociales imperantes que si no se tienen asumidos pueden ocasionar resultados contraproducentes. El papel del educador no es sólo de comunicador sino de modelo.

Su actitud pues, influirá siempre positiva o negativamente, ya que enseña más por sus actitudes que por los conocimientos que transmite verbalmente. Como dice Rubin: "La actitud básica del educador tiene una importancia crucial: va a determinar el propósito, el contenido y el método que emplee. Si tiene una actitud esencialmente negativa, sus mayores esfuerzos estarán dirigidos a limitar y reducir las expresiones de la sexualidad. Si tiene una actitud esencialmente afirmativa, sus principales esfuerzos estarán dirigidos a propiciar la expresión de la sexualidad como un aspecto rico y positivo de la vida"2 .

El trabajo en equipo es aconsejable por el enriquecimiento del proceso de aprendizaje en cuanto a contenidos, métodos, ejecución, etc., como lo mencionó Rubin. Además de una mayor posibilidad de controlar y/o subsanar los riesgos de proyección de los propios conflictos.

En cuanto a los cursos de reciclaje y/o de formación especializada, son una vía para adquirir por un lado conocimientos teóricos y por otro apoyo para el cambio de actitudes mediante los ejercicios prácticos, dinámicos de grupos, confrontación con los propios prejuicios, inhibiciones, etc., que favorecerán un mejor esclarecimiento de la propia sexualidad.

El rol del educador

El educador juega un papel muy importante como animador, creando una atmósfera propicia para la comunicación. Su papel de activador va dirigido a favorecer el que surjan dudas, errores, desconocimientos, y trabajar sobre ellos. No sólo debe considerar las demandas manifiestas, sino las latentes, ayudar a que afloren esas y se tomen consciencia de las mismas mediante el diálogo.

Es preciso estar en disposición de responder a esas demandas y a la vez adaptar las respuestas al niño/a haciéndolo de manera real y natural. Concretar la información requerida, no evadir o abundar más de lo preciso, igualmente evitar las analogías innecesarias.

Por último, su papel en la escuela no se limita a los alumnos/as, sino incluso a promover actuaciones con los padres. Esto tiene una doble repercusión, por un lado modifica el ambiente familiar, específicamente la conducta de los padres mismos, y por otro favorece la relación hijo/a-padres, enriqueciendo la comunicación sexo-afectiva en ellos.

1.- LECOQ , M.: Estrategia para una educación sexual en el medio escolar. Kapelsz. B. Aires, 1975, p.p. 67

2.- RUBIN, I.: Preguntas del adolescente. Pax. México, 1927, p.p. 27.

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