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PSYCHOLOGIST PAPERS
  • Director: Serafín Lemos Giráldez
  • Dissemination: January 2024
  • Frequency: January - May - September
  • ISSN: 0214 - 7823
  • ISSN Electronic: 1886-1415
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Papeles del Psicólogo, 2000. Vol. (76).




A VUELTAS CON LA CATEGORÍA GÉNERO

Ana García-Mina Freire

Doctora en Psicología. Profesora del Departamento de Psicología Básica y del Desarrollo de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid

La creciente utilización de la categoría género en el ámbito académico, político y cotidiano ha traído consigo que ésta se haya ido vaciando de su significado inicial. El propósito de este artículo es contribuir al esclarecimiento de la confusión terminológica y conceptual que rodea a dicha categoría. Para ello, en primer lugar se analizarán algunos de los significados que más comúnmente se atribuyen a este constructo, para posteriormente ofrecer, un marco comprehensivo que recoja su naturaleza multidimensional y que posibilite clarificar las diferentes aproximaciones que actualmente se realizan en torno a esta temática.

The growing interest in the concept of gender in academic and political context has been emptying its former meaning. The aim of this article is to help clarify the conceptual confusion on this matter. First we will study the different meanings which are commonly given to this construct, and afterwards we will sketch a taxonomic schema summarizing its multidimensional characteristics. This schema will also help us understand different theories about this concept which are currently being held.

La categoría género se ha convertido en un valioso instrumento integrador de las diferentes dimensiones y procesos que participan en el devenir humano. Articula subjetividades con cultura, ideales con comportamientos, modelos normativos con expresiones de desequilibrio emocional (Inda,1996). Su capacidad analítica ayuda a comprender las complejas interacciones que una mujer o un varón pueden experimentar entre su vivencia de sentirse mujer o varón, su reconocimiento de pertenecer biológicamente a uno u otro sexo, su actuar como masculino, femenino, andrógino o indiferenciado, y la vivencia de su deseo sexual hetero, homo, o bisexual.

Pero pese a los avances que han tenido lugar en estas dos últimas décadas en torno a estas cuestiones, desafortunadamente, este constructo carece de un marco teórico desde el que sistematizar su naturaleza multidimensional. Hasta principios de la década de los ochenta, apenas se contaba con teorías que estructurasen esta compleja realidad1. Esta carencia, junto con su uso creciente en el ámbito de la ciencia y su popularidad en el lenguaje de la calle ha llevado a que actualmente la categoría género esté rodeada de una gran ambigüedad y confusión.

Si bien, existe un acuerdo generalizado en distinguir la realidad del sexo de la realidad del género, hay una gran variedad de terminologías que equivocan y dificultan la teorización e investigación en torno a estos constructos.

El propósito de este artículo es contribuir al esclarecimiento de dicha confusión, analizando, en primer lugar, algunos de los significados más comúnmente atribuidos a esta categoría para posteriormente ofrecer un marco comprehensivo que recoja la multidimensionalidad de este constructo.

Sexo y género, dos términos intercambiables

Aunque Money (1985) y Stoller (1968), pioneros en el desarrollo de esta distinción, hayan subrayado que el sexo y el género hacen referencia a dos realidades independientes, y que por tanto no deben de ser tratadas como sinónimas, son muchos los teóricos que emplean estos términos de manera intercambiable. Unos tras una elección manifiesta (Worell,1981; Ashmore y Del Boca, 1986; Katz,1986; Maccoby,1987) y la gran mayoría sin una previa explicación sustituyen el término sexo -utilizado como variable sujeto y variable estímulo- por el de género, pudiendo encontrar frases como la que nos expresan Rosenberg y Sutton-Smith o la que nos sugiere la lectura de Unger y Crawford respectivamente: "Por sexo se entiende el género (macho o hembra) con el que nace el niño (1972:1)"; o "Un 15% de las ratas que recorrió el laberinto era género hembra y el resto machos" (1992:20).

Esta utilización de los términos reduce considerablemente la capacidad analítica de esta categoría. Bien es cierto que ser mujer o varón es un proceso al que se llega como resultado de la interacción entre una gran diversidad de factores biopsicosociales, y desde luego, cometeríamos un gran error si consideráramos la genitalidad o la biología como la última palabra en este proceso. Reducir las categorías varón y mujer a la presencia de pene o de vagina es del todo incorrecto, pero ¿qué ganamos utilizando el género y el sexo como sinónimos, o como expresiones prácticamente intercambiables? ¿no resulta más esclarecedor tener en cuenta el desarrollo psicosocial de la variable sexo en tanto variable estímulo y variable sujeto, y elaborar una taxonomía que recoja la interacción de estas variables con la realidad del género?

Sexo y género, dos términos presuntamente antónimos

Otro de los usos más frecuentes que encontramos a propósito de estos términos es utilizar la variable sexo para referirse sólo a aquellos aspectos de la persona que poseen un fundamento claramente biológico (las características relacionadas con la reproducción o la sexualidad), y reservar el término género para todos aquellos aspectos de los varones y las mujeres cuya causalidad biológica no ha sido demostrada (Unger,1994).

Esta distinción también resulta problemática, ya que es imposible establecer la causalidad de los comportamientos y rasgos que son resultado de complejas interacciones entre la biología y la sociedad.

Utilizar las categorías sexo y género en el estudio psicológico de los sexos no implica caer en el error de pensar que un comportamiento es debido en su totalidad a la herencia o al ambiente, o que la herencia es opuesta al aprendizaje. Son muchos los téoricos que voluntariamente dejan al margen el problema de la causación cuando utilizan estos términos en sus trabajos. Para estos investigadores, los factores biológicos y sociales son realidades cambiantes que interactúan permanentemente en el individuo, en una doble dirección.

El género, un término políticamente correcto

La creciente utilización de la categoría género ha traído consigo que ésta se haya ido vaciando de su significado inicial. Para muchos, el género es un eufemismo del sexo, un término más elegante, más "polite". Para otros, este constructo se reduce a una manera de hablar más especializada "de y sobre" las mujeres (Lagarde,1996), y "es una forma de demarcarse de la (supuestamente estridente) política del feminismo" (Scott,1990:28).

Este hecho ha llevado a que, en ocasiones, el género se utilice con el único objetivo de buscar una legitimación "académica", "política" o "social" sin importar el contenido al que pueda estar haciendo referencia2.

Como expresa Izquierdo (1994), parece que el "género" es un género que se vende bien. Numerosos congresos, publicaciones, proyectos y líneas de investigación financiados u organismos políticos, incluyen en sus contenidos y programas el término "género", aunque apenas tenga relación con el significado original.

Nos encontramos ante un término que en estos últimos años se ha "burocratizado", perdiendo en muchos de los casos su razón de ser. La carencia de una taxonomía que clarifique su naturaleza multidimensional, una insuficiente información, un error interesado o una política oportunista... el caso es que con respecto al término "género" la confusión suele ser la norma y no la excepción.

Ante esta situación nos podemos preguntar, cuando hablamos de género ¿a qué estamos haciendo referencia?; el uso del género ¿se reduce a una cuestión de "buena educación"?, ¿es un disfraz que inviste de rigor científico los trabajos feministas o los estudios de las mujeres?, ¿acaso es un seudónimo permitido?...

Hacia una clarificación conceptual

La categoría género surge ante la necesidad de clarificar la maraña de significados y de procesos biopsicosociales que tienen lugar en el desarrollo humano. Money (1955) introduce este constructo en las ciencias biológicas para desvelar aquellos aspectos que hasta entonces habían quedado ocultos bajo el término "sexo" y, que hacen referencia a una realidad psicosocial. Junto con el matrimonio Hampson , este investigador reconceptualizará la variable sexo, estableciendo una clasificación de los determinantes multivariados que la constituyen, utilizando el término "rol de género" para subrayar la importancia que tienen en el proceso de sexuación humana, la biografía social y las conductas dimorfas que los padres y el entorno desarrollan ante el sexo asignado.

Para Money (1982), al igual que para Stoller (1968), la categoría género es un complemento imprescindible de la variable sexo que posibilita, sin necesidad de caer en cuestiones deterministas, el análisis de las complejas interacciones que se producen entre los factores biológicos y aquéllos que, desde el nacimiento del individuo, acontecen en el contexto psicosocial.

Para estos investigadores, mientras que el sexo hace referencia a los componentes biológicos que determinan que una persona sea varón o mujer . El término género hace referencia a aquellos componentes psicológicos y culturales que forman parte de las definiciones sociales de las categorías mujer y varón. Esta distinción es compartida por la mayoría de los teóricos que trabajan en este campo.

La naturaleza multidimensional de la categoría género

La correcta utilización de este constructo exige conocer los diferentes componentes que lo integran, así como estar familiarizados con los diversos niveles desde los que se puede analizar su naturaleza multidimensional; ya que dependiendo del nivel en el que estemos, las definiciones de esta categoría se centran en aspectos y contenidos diferentes.

Si hacemos una revisión de la literatura desarrollada en torno a esta temática, podemos observar que tras el término género se esconde una gran variedad de derivados (estereotipos, roles, actitudes, atributos...), procesos y teorías que pueden ser analizados desde tres enfoques o niveles sistematizados en el cuadro 1.

El nivel al que he denominado "socio-cultural" hace referencia a la creación simbólica del sexo, a la interpretación cultural del dimorfismo sexual. Este nivel, más antropológico y sociológico, se preocupa de estudiar los "contenidos específicos" que configuran los modelos de masculinidad y feminidad presentes en la sociedad. En este nivel, se analizan los atributos, roles y estereotipos prescritos cultural e históricamente a uno y otro sexo.

El nivel "psicosocial o interpersonal" se centra fundamentalmente en los procesos sociales a través de los cuales se crean y se transmiten estos modelos normativos a los individuos. Desde este enfoque, el género es conceptualizado como una categoría social, como un organizador privilegiado de las estructuras sociales y de las relaciones existentes entre los sexos. En este enfoque convergen principalmente las aproximaciones de carácter sociológico y psicológico. La división sexual del trabajo, los espacios y tareas diferencialmente asignadas en función del sexo, el poder asimétricamente atribuido a varones y mujeres, los procesos de socialización así como el contexto de la interacción social van a ser los temas centrales de este nivel de análisis.

Por último, el género no sólo es un modelo normativo construido a través de la interacción social, es una experiencia internalizada que configura el psiquismo. Este enfoque más psicológico del género se encuadra en el nivel "individual". En este nivel se hace referencia a la vivencia personal del género, a los ideales de género internalizados a través del proceso de socialización que forman parte del autoconcepto y del sistema narcisista. Desde este nivel se va a analizar el proceso mediante el cual se adquiere y desarrolla la identidad de género, así como el estilo de rol de género (masculino, femenino, andrógino e indiferenciado) interiorizado y cómo éste incide en los modelos de conducta, en la percepción de la realidad y en la estabilidad emocional de varones y mujeres.

Este marco clasificatorio contextualiza las diferentes perspectivas desde las que se puede analizar esta categoría, y ayuda a situar las investigaciones y teorías que, a lo largo de estas tres últimas décadas, se han elaborado en torno a esta realidad.

Si nos remontamos a la década de los setenta observamos cómo la variable género fue fundamentalmente analizada desde la perspectiva socio-cultural e individual. El género se conceptualizaba como "diferencia" (Crawford y Marecek,1989; Worell,1993), como una creación simbólicamente construida. Los trabajos elaborados por Mead (1935), Parsons y Bales (1955), Barry, Bacon, y Child (1957), o Bakan (1966) fueron retomados para operativizar los modelos normativos atribuidos socialmente a varones y mujeres. En esta década, se diseñaron los principales cuestionarios de masculinidad y feminidad desde la perspectiva de género, con el objetivo de identificar el estilo de rol de género internalizado por los individuos y conocer su incidencia en la construcción de la identidad y en los modos de enfermar.

Pero a partir de los años ochenta, se produce una transformación en el estudio y teorización de esta dimensión. No sólo se define como una categoría que aglutina una serie de atributos, roles, intereses, actitudes... estereotípicamente asignados a uno y otro sexo, el género pasa a concebirse como un esquema que sirve para la categorización social de los individuos (Sherif,1982), como un "verbo" que construye y estructura las relaciones interpersonales y que juega un importante papel en la interacción social (West y Zimmerman,1987). Desde esta perspectiva, el género no sólo es definido como una realidad estática y estable sino que también es considerado como un "proceso", que crea y que a su vez es creado en el contexto psicosocial (Eagly y Steffen,1984; Deaux y Major,1987; Shields,1990; Winstead y Derlega,1993).

Esta perspectiva interpersonal ofrece un marco explicativo e interactivo entre las aproximaciones de carácter sociocultural e individual, y enriquece a su vez ambas perspectivas, ya que por una parte, para establecer los modelos de masculinidad y feminidad es necesario conocer los procesos sociales que participan en su elaboración, y por otra, para comprender los procesos de tipificación de género se hace necesario estudiar los procesos de socialización. De ahí que en el cuadro 1, se haya separado los contenidos específicos de cada nivel con unas líneas discontinuas, y no se haya establecido una demarcación entre las disciplinas que abordan la multidimensionalidad de este constructo.

Nos encontramos ante una categoría que alude tanto, a una realidad subjetivada como a un principio organizador de la interacción social y de las relaciones existentes entre los sexos. Aunque se ha avanzado mucho en esta materia, se hace necesario un estudio interdisciplinar que, desde los diferentes niveles de análisis, conceptualice y a su vez clasifique los contenidos, procesos y relaciones inherentes a este popular término.

Desde un nivel sociocultural se requiere una mayor elaboración teórica que recoja los diferentes componentes que integran la multidimensionalidad de los modelos de masculinidad y de feminidad (atributos, roles, comportamientos, actitudes...), así como las diversas relaciones que pueden darse entre ellos.

Desde una perspectiva más interpersonal o psicosocial, es necesario seguir profundizando acerca de los procesos sociales que participan en la construcción de estos modelos, así como la manera en que éstos crean y estructuran a su vez las relaciones entre los sexos. La incidencia del contexto e interacción social, las relaciones de poder jerarquizadas entre varones y mujeres, así como los procesos de socialización a través de los cuales se transmiten estos sistemas normativos son otros de los objetivos primordiales a estudiar desde esta aproximación.

Por último, desde un enfoque individual se necesita una mayor investigación sobre los procesos mediante los cuales los individuos adquieren los modelos socioculturales atribuidos a uno y otro sexo. Asimismo es preciso continuar analizando cómo la interiorización de estos sistemas referenciales inciden en la manera de percibir el mundo, hacer frente a la vida y en los modos de enfermar de las mujeres y de los varones.

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Material adicional / Suplementary material

Cuadro 1. Naturaleza multidimensional de la realidad del género (García-Mina,1997).

Cuadro 1. Naturaleza multidimensional de la realidad del género (García-Mina,1997).

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